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Y ahora, ¿qué?

lunes, 22 de junio de 2020
Si por desgracia se cumplen nuestros augurios y cierra definitivamente, como parece, Aluminio ¿qué nos queda en la Mariña como medio de subsistencia? ¿Ir a votar a esa camada de inútiles que, una vez más, han demostrado su incapacidad para resolver nuestros problemas? ¿Me quiere decir alguien qué partido logró alguna mejora realmente positiva para nuestra gente en cincuenta años? Nadie.

Y pronto llegan los mítines y sus promesas. Y todavía habrá personas que aprovecharán para llenarnos la cabeza con proclamas de uno u otro cariz ideológico y, mintiendo unos y reprochando otros, anteponiendo siempre su visión ideológica a una postura pragmática, pasarán los comicios para quedarnos preparando las maletas de la emigración. Eso sí, mientras nuestros vecinos se marchan a destinos insospechados, ellos quedaran en su tierra tomando sus vinitos y una de pulpo. Es lo que aporta el uso de la demagogia y la sumisión a los dictados de los mandamases de las siglas que sean.

Aquí en cincuenta años no se construyó ni una sola carretera; aquí, si exceptuamos Vestas, ninguna empresa logró mantener el empleo para plantillas de más de cien trabajadores. Aquí desapareció la industria maderera y la marinera subsiste merced a la mano de obra caboverdiana, indonesia o peruana. Aquí las piscis son, desde el punto de vista laboral, insignificantes. Aquí el turismo es acorde a los precios de los apartamentos, es decir, el más barato de España, que consiste en playa, pinchos gratis, supermercado y fiestas para su disfrute, que incluyen sardiñada, queimada o cualquier otra demostración de generosidad. El resto del año son tres excursiones de jubilados a la semana y que ya tienen su circuito de comida y bebida centrado en dos o tres bares.

Lo demás son tiendas pendientes de cerrar por jubilación, caladero de pensiones de los supermercados, mercadillos y economía sumergida y cuatro chapuzas de chapa y pintura -léase pequeñitas obras de restauración y mantenimiento-. Lo demás, servicios de precariedad.

Se empeñan en que seamos el culo del mundo y nuestra pesimista visión se alimenta de esa falta de lucha, de esa indolencia de churros e individualismo, de esa apatía y resignación de los que los que lo arreglan todo tomando los vinos, de esa clase política capaz de vivir engañando continuamente…

Mientras, otras autonomías más pragmáticas logran inversiones ¿Verdad, Quim Torra? ¿Verdad, UrKullu? Y es que mientras los votos puedan valer para algo, que tampoco es
mucho, hay que usarlos con cabeza y cobrar por ellos.

Por desgracia, Galicia siempre es dócil, comprensiva, en el sentido de poner la otra mejilla, poco reivindicativa, asimila la emigración como algo consustancial, proclive a la desconfianza y sumisa a los caciques de uno u otro signo que la maltratan, la postergan, la utilizan y todavía son capaces de amenazar, con serviles esbirros, a todos aquellos que les hable a los gallegos de que nuestros políticos actuales son el cáncer de nuestra Tierra.

¿Acaso no hay una comisión de reconstrucción nacional? ¿Acaso vamos a permitir que sigamos siendo la Tierra que sólo sirve para pagar impuestos? ¿Acaso no tenemos otro derecho que el de ser continuamente postergados? ¿Acaso sólo somos los dóciles y siervos de los depredadores invitados llámense ALCOA o como usted quiera? Aquí, señores, solo se fabrican emigrantes y es hora de decirlo, de exigir un cambio y dejarse de tanto cuentos.
¡
Ah!, y no olviden los políticos que aquí los embarco a todos. Que hay para dar y tomar.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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