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No tengáis miedo

domingo, 21 de junio de 2020
El miedo es tan nuestro como el llanto con que, al nacer, estrenamos la luz del día.
Si hubiésemos de dar un nombre a nuestro Dios, podríamos llamarle “quitamiedos”, pues como quebranta miedos se nos ha revelado y con insistencia.

Así se manifestó a Abrán: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante»”; así se manifestó a Isaac: «Yo soy el Dios de tu padre Abrahán; no temas, porque yo estoy contigo»; así se revela a su pueblo Israel: «No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío… Porque eres precioso para mí, de gran precio, y yo te amo… No temas, porque yo estoy contigo». «No temas, siervo mío, Jacob, a quien corrijo, mi elegido».

«No temas», dice el ángel de la anunciación a María de Nazaret. «No temáis», dice el ángel del Señor a los pastores: «os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor».

Y una y otra vez lo dice Jesús a los suyos: «No tengáis miedo. Valéis más vosotros que muchos gorriones». « ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»”.

Hoy lo escuchamos en la asamblea dominical: “No tengáis miedo a los hombres”.
Lo dijo entonces el que había de ser crucificado. Lo dijo entonces a otros que, en aquella hora de sus vidas, aún no sabían que iban a ser crucificados. Y lo dice hoy el Señor resucitado a quienes, celebrando la eucaristía, hacemos memoria de su vida entregada, comulgamos con él y nos disponemos a recorrer el camino que él ha recorrido.

“No tengáis miedo”: Lo dice hoy el Señor al emigrante, al desplazado, a esa multitud de hombres, mujeres y niños que en los caminos de la clandestinidad van dejando a borbotones la sangre de sus vidas.

Se lo dice a los excluidos del bienestar, que se ven obligados a mendigar con humillación un pan que deberían poder ganar, que tienen derecho a ganar con la dignidad del propio trabajo.
Se lo dice a las mujeres, a esa multitud de mujeres para quienes las esperanzas de vivir han quedado reducidas a tristísima certeza de ser explotadas.

Se lo dice a un mundo de niños que aprenderán a sonreír y a confiar sólo si el amor los envuelve en una fantasía de hermosura.

Se lo dice también a los violentos, a todos los que, bajo el velo de una agresividad irracional, esconden la cobardía del odio, el miedo al sinsentido, la angustia de no ser, la insignificancia de sus vidas.

También me lo dice a mí, que soy un pecador, y hago en mi barquilla rota la travesía de la noche.

“No tengáis miedo”, pues sois amados. “No tengáis miedo”, pues Dios os ha creado para el amor y para la vida. “No tengáis miedo”, pues el amor de Dios es el insobornable tribunal de apelación contra el mal que acecha vuestras vidas.

“No tengáis miedo”: Nos lo dice el Padre que, por amor, nos da a su único Hijo. Nos lo dice el Hijo de Dios con quien hacemos comunión. Nos lo dice el Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad que da testimonio de Jesús y que va haciendo plena nuestra comunión con el Hijo de Dios.

“Miradlo los humildes y alegraos. Buscad al Señor y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos”.

Feliz domingo a todos los amados de Dios.
Agrelo, Santiago
Agrelo, Santiago


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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