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El Diario de Otto Wolf, niño judío

viernes, 19 de junio de 2020
Otto Wolf (1927-1945) escribió un Diario cuando estaba ocultado en Moravia y Bohemia, en la segunda guerra mundial.

Se considera que han aparecido 75 diarios de las cenizas y del humo del Holocausto, se supone que otros muchos se habrán perdido. No debemos obviar, que todavía en esa época era una costumbre, incluso incentivada por las familias de que sus hijos, especialmente hijas, redactasen diarios.

Por curiosidades de la vida parece ser que existió un SS llamado Karl F. Otto Wolff, que fue encargado por Hitler para secuestrar al Papa Pío XII, publicada esta información en el diario Avvenire, a raíz del estudio para la beatificación de dicho pontífice.

- En este abordaje sobre el mal que estamos haciendo utilizando y comentando, una serie de diarios realizados por adolescentes en el entorno de la segunda guerra mundial, con una doble finalidad, por un lado, que esos diarios y esas personas, no sean olvidadas, y sus contextos, y, en segundo lugar, plantearse el problema del mal.

Decíamos que habría que significar la concepción de Zubiri sobre el mal, que aunque no podemos desarrollarla, si explicar que él diferencia entre cuatro conceptos o derivaciones o grados del mal, aunque estén interrelacionados: maleficio, maldad, malignidad, maldad.

No podemos desarrollar cada una de estas categorías y conceptos en Zubiri y sus relaciones, ni tampoco las interrelaciones entre ellas. Pero en un modesto artículo, puede al estimado lector o lectora darle una idea, para que perciba que dentro del abismo de este paisaje, de este misterio del bien y del mal, de la libertad humana y de la bondad, de Dios y del hombre, pueden intervenir una multitud de factores e interrelaciones, y posiblemente, el ser humano, hace dos millones de años, pienso a veces, se hizo hombre, aunque sea homo habilis, cuándo fue consciente, que sus acciones o sus actos, o al menos algunos, son buenos moralmente o son malos moralmente.

- Este tipo de Diarios, que podemos denominar del Holocausto, están escritos en una situación muy compleja, no solo en un contexto de guerra y, todo lo que ello supone, sino especialmente, si son escritos por niños judíos, escondidos, asustados, que muchos de ellos terminaron en algún campo de concentración y, después, por lo general, fueron encontrados por casualidad. Pues tienen no solo todas las preocupaciones de su edad, sino también, de su situación, especialmente de ser judíos perseguidos. Unos, podrían tener un valor, además de testimonial y vivencial, literario, algunos, se puede intuir que podrían haber sido grandes escritores.

A veces, me pregunto, si se han conservado diarios de personas adultas, de personas que terminasen en los campos de exterminio, pero escritos por adultos. O, quizás, en estas edades, que sabían las consecuencias que podrían tener los escritos, habría menos.

Todo ser humano desea dejar una pequeña sombra o huella de su vida en la vida misma, sea a través de sus hijos, sea a través de su trabajo, sea a través de su vocación. Pero, siempre he pensado, que todo ser humano, incluso el más modesto, en sus múltiples actividades, sean de palabras, sean de actos, sean lo que realicen, sean lo que no, siempre de alguna manera, su sombra va por delante. Quienes hicieron el puente de Alcántara, muchos de ellos obligados o esclavos, jamás conoceremos sus nombres, pero por estas piedras han pasado docenas de millones de seres humanos a lo largo de dos mil años. Creo que en casi todo sucede lo mismo, lo bueno hecho o dicho permanece, de muchas formas, aunque sea de forma inédita, me temo que lo malo, también de alguna manera, va quedando residuos de ello…

Todo adolescente busca su identidad, su lugar en el mundo, diríamos su lugar dentro de si mismo, dentro de su mundo. En una situación límite, como una guerra, es difícil, en una situación doblemente límite, que es la persecución concreta de esa persona, además de la guerra, sabiendo que él o ella y sus padres, terminarían posiblemente en un guetto, o ya lo estaban o finalizarían en un campo de concentración o de exterminio es aún peor.

Ahora que medio mundo ha estado enclaustrado por la epidemia de la COVID, debemos pensar que muchos de estos niños, en concreto, el autor a quién se dedica este artículo, tuvo que estar varios años, por razones de otra epidemia, una epidemia de la “locura ideológica en la que cayó un Estado”.

La paradoja de la vida, o la ironía, es que muchos judíos que fueron perseguidos por ello, no se sentían judíos, no cumplían sus mandatos de su religión, salvo algunas tradiciones, sino que su enorme culpabilidad, es que uno de sus padres o uno de sus abuelos era judío. Es decir, imaginar al contrario, imaginar que dentro de cien años, un biznieto de ustedes fuese perseguido y llevado a un campo de concentración, porque era cristiano, cristiano de religión o de ambiente o de sociedad, y quizás, ya su mismo padre, ni siquiera lo es. Es decir, es como si la locura ideológica se hubiese posesionado de un colectivo que ha tomado el poder, y parte del pueblo lo acepta.

Para terminar, por homenaje a este autor y a estas personas, si sería conveniente, que usted leyese algunos de estos diarios, de alguno de estos autores. Y, como sugerencia a las organizaciones que se ocupan, de que esta memoria no se olvide, yo sugeriría que publicasen los diarios, aunque fuese en sus páginas de Internet, si sus descendientes están de acuerdo.

Y, también, que abriesen una entrada en Wikipedia y en otras enciclopedias de Internet, con una ficha mínima de cada uno de estos setenta y cinco diaristas. Paz y bien.
Caminero, Jmm
Caminero, Jmm


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