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Te subes a un tren y de pronto eres un emigrante

jueves, 11 de junio de 2020
Hay tres cosas que una vez pasadas nunca volverán: la flecha lanzada, la palabra dada y la oportunidad perdida. ( Proverbio chino )

Los trabajadores emigrantes se encuentran entre las personas más vulnerables de la sociedad, son los menos protegidos. A menudo llegan a los países de acogida donde realizan trabajos que los nacionales ya no quieren hacer, es decir, los que en inglés se denominan con las «tres D» por sus iniciales que significan ocupaciones sucias, degradantes y peligrosas.

Regularmente están sujetos a tratos abusivos, de explotación y discriminatorios. La situación han empeorado en cierto modo debido a algunos aspectos de la globalización y la liberación del comercio. Por ejemplo, ante una
creciente competencia, las pequeñas y medianas empresas y los sectores económicos que requieren una mano de obra intensiva no tienen la posibilidad de transferir sus actividades al extranjero. Los inmigrantes aceptamos a menudo condiciones de trabajo inhumanas y mal retribuidas, que la mayor parte de los autóctonos no aceptan, y que son útiles para los objetivos del neoliberalismo económico.

La difícil situación por la que pasamos muchos emigrantes es pues la consecuencia de un sistema económico que puede llegar a ser particularmente cruel.No es justo decir que todos los emigrantes venimos sólo atraídos por las“luces de la ciudad”: las familias vivíamos mal en España, paro indefinido, desahucio tras desahucio. Nos embarcamos en una aventura arriesgada, lo hacemos al experimentar la imposibilidad de vivir una vida mínimamente digna.

Nunca he visto un aleman trabajando en la recogida de basura . No digo que no existan, pero en siete años no he visto ninguno. Los españoles y extranjeros que trabajamos en la basura muchas veces el recorrido es más de veinticinco kilómetros al día andando, cargando con bidones de ciento veinticinco kilos y doscientos cincuenta kilos de peso, oliendo a putrefacción, con riesgo de infección, Virus, bacterias, riesgos de lesiones en la espalda, piernas , trabajos duros y de riesgo, trabajas con tu cuerpo. Ningún aleman va a pedir trabajo ahí porque no les conviene, ni a ellos ni a los jefes. Estamos aquí haciendo un trabajo que no quieren hacer los alemanes. Duras condiciones de vida y de trabajo llevan a mucha gente a enfermar. Y eso que la mayoria estamos acostumbrados al duro trabajo de la construcción, el campo .... Seguramente no todo es fisiológico... Tal vez la soledad, la deshumanización.

La historia se repite. Los procesos son semejantes, aquí, allí, hace cuarenta años y en el 2020. Ana, una muchacha española expresa su sorpresa ante tantas coincidencias en las experiencias y los sentimientos... y calla.

El dinero que ganas en Alemania, apenas se ve en el cambio de vida de los hijos: comprar zapatillas, ropa, alquiler, calefacción ...¡ Son tantas la necesidades sin cubrir!
entrar en un local de ocio está mal vistos por los alemanes, que no soportaban nuestros gritos ni nuestras risas. Además, no podemos permitirnos gastar, porque el objetivo es ahorrar y enviar dinero a España. Una vida completamente al margen de la ciudad. No conocemos muchas ciudades , porque no salímos. De la fábrica a casa Y casa al trabajo.

Puedes pasar cerca de una casa y piensas que es una casa abandonada o que son
perros los que viven allí por lo sucias... pero está viviendo gente, casi siempre extranjeros , la mayoría con humedad (Schimmelpilze) perjudicial para la salud pagando el alquiler al arrendador cada fin de mes. Hay casas que no tienen ni ventanas ni nada por donde entre luz. En Alemania existe la ley a la propiedad, no permite dejar de pagar bajo ningún concepto, el arrendador tienen la razón ante un juez. La emigración es un hecho universal, y cuando se realiza por pura superviviencia, también es un drama humano.

Los que la hemos vivido, sabemos que nos rompe la vida en mil pedazos. Hay algo así como una pequeña muerte que hay que llorar; hay que pasar el duelo y no todos tienen la capacidad ni las condiciones para superar ese trance de la misma forma.
Pero te subes a un tren o avion y de pronto eres un emigrante, y ya tienen derecho a acomplejarte y humillarte.
Mateos Mariscal, José
Mateos Mariscal, José


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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