Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Historias para... morir

lunes, 01 de junio de 2020
Como saben los lectores no es la primera vez que hablo de los geriátricos y de nuevo voy a incidir en el problema, no porque espere de sus responsables cambios, que para bien sería lo deseable, sino para que sepan los lectores que lo desconocen cómo funcionan estas empresas.

Hace ya tiempo, nuestros ancianos desamparados eran recogidos por unas entrañables monjas que llevadas de su fe y amor al prójimo los cuidaban lo mejor que podían y sabían. Eran unas instituciones que gozaban, y las que subsisten gozan, de gran reconocimiento en los pueblos. Y ello obedecía a dos razones: se cuidaba al necesitado en las condiciones que pudiera presentar y ellas trabajaban, y lo siguen haciendo, gratis. Daba gusto colaborar con ellas porque había la certeza de que cualquier ayuda que recibiesen estaba encaminada a tan maravilloso fin.

Los tiempos han cambiado y con ellos la cantidad de persona mayores que necesitan ser atendidas ya por asilos, ya por otras instituciones. Ahora todas, genérica y eufemísticamente, se llaman residencias. El nombre es lo de menos. Lo que no me gusta es que el cuidado de los mayores pueda ser un negocio para sus propietarios.

Mientras los antiguos asilos siguen estando controlados económicamente por las monjas, las cosas funcionan excelentemente, o si se quiere sólo bien. Según mi información y muy a grosso modo, parece ser que los ancianos recogidos en estas residencias, ahora pagan una parte de la pensión, me hablan del 80%, sea o no contributiva. Eso es lo que me cuentan. El resto, cuando la aportación es muy baja, parece ser se complementa con ayudas, de la administración, es decir de la Xunta.

Su personal está contratado legalmente y goza de unas garantías que deben controlar la dirección y la propia administración.

Desde mi perspectiva de visitante, las residencias, y conozco algunas, no pueden ser negocios. Porque, y resulta de Perogrullo decirlo, los negocios son, no para practicar la caridad de unas hermanitas que trabajan gratis, sino para el enriquecimiento de sus propietarios. De ahí que siempre pongo como modelo Betania, el asilo de ancianos de Viveiro. Y desde aquí les expreso mi más profunda gratitud por los servicios prestados con familiares y amigos.

Pero en el mismo Viveiro hay otra residencia ahora llamada Domus VI.
Les cuento la historia que a mí me contaron. Porque estas cosas que son negocios siempre se esconden en la nebulosa del rumor por la única y exclusiva razón que es el pelotazo. Porque, señores, cuando se juntan los políticos y los empresarios ya se dispone de más versiones, cada cual es justificativa de su responsabilidad, léase negocio.

Cuando construyeron la residencia Domus VI, originariamente Geriatros, se dijo (siempre se rumorea, nunca se aclara, y después se echa mano del rumor para retorcer la explicación de negocio) que el Ayuntamiento facilitaba los terrenos para la construcción de un geriátrico para el beneficio de los usuarios de un banco.

Lo primero que hay que preguntarse es si el Ayuntamiento es tan rico para regalar unos terrenos gratis; o si, dada su ubicación, éstos pertenecían a Costas y se le entregó al banco mediante una concesión administrativa. Si el Ayuntamiento los regaló, habrá que preguntarse quienes fueron las magnánimas “lumbreras” para que no vuelvan a pisar el Concello. Si la concesión es de Costas, sepan ustedes que lo que hoy se llama concesión, en teoría caduca a los setenta y cinco años, a continuación vienen las prórrogas, después de ellas se cambian las leyes y todas la construcciones anteriores a determinada fecha quedan legalizadas. Dicho lo cual, el solar en cuestión, por el arte de las concesiones, pasa a ser propiedad legítima del beneficiario. Siempre hay que disfrutar de amigos en estas instituciones que pueden aconsejar y mostrar los vericuetos para lograr esas concesiones que, curiosa y casualmente, coinciden con personajes influyentes.

También siempre se usa como argumento para la concesión el beneficio social, y así podemos ver que, solares concedidos bajo ese subterfugio, son después teóricas gasolineras, cines, supermercados, chiringuitos… que tienen como interés social la cartera del beneficiado.

Pues bien, y volviendo a Geriatros, aquella residencia se puso a funcionar y se vendió por la crisis bancaria. Después la compró un fondo de inversión y posteriormente otro y hoy es una propiedad más de un fondo buitre. Es de suponer que los componentes de la corporación municipal se feliciten y hasta se justifiquen con los puestos de trabajo creados.

Si, visto desde la perspectiva de entonces, ya me mosqueaba, pues entiendo que un banco puede comprar los terrenos, se sopesa también atender a los mayores y los puestos de trabajo, y se acepta.

Lo que ya no parece de recibo, y ahora mucho menos, es que el banco en cuestión se deshiciera de él (venta en el 2012) y después, con los movimientos de capitales de esta gente,ahora su titularidad sea de un fondo buitre, aunque ante el público pudiera parecer de la Xunta. No, señores, la Xunta está ahí para pagar lo que le corresponda en los acuerdos que mantenga para paliar, si acaso, lo que atención de algunos usuarios requiera. Pero su gestión y propiedad, después de los cambios de titularidad, es ahora de Domus VI, la empresa que, curiosamente, está denunciada en otros lugares por muchos familiares de usuarios por los problemas descubiertos con la pandemia. Y lo que pasaba en esta residencia- se salvó de la pandemia por suerte- ya se pudo observar hace algún tiempo con la huelga de personal. Pero ojo, esta residencia es de la misma cadena.

Del asilo de ancianos a esta residencia hay muchas diferencias: la primera el dinero. Y por el medio la permisividad, la inacción, incluidos el Ayuntamiento, que visto el cambalache de los terrenos cedidos algo debiera tener que decir; pero nuestros munícipes prefieren más tirarse reproches mutuos y presumir de los logros de su partido para el pueblo, unos logros que no percibo por ningún lado, en vez de atajar problemas de esta índole. Cada día me fio menos de todos ellos.

Ahora llega un punto, queridos lectores, en los que voy a hacer ciencia ficción, porque con la Ley Mordaza por medio, el realismo estamos obligados a cedérselo a Balzac.

Pues bien, un suponer, que no digo que nada sea cierto, muy al contrario, son pecados de mi imaginación calenturienta, porque sepan ustedes que nada de lo que digo es verdad:

“Y ¿Qué puede decir aquí la Xunta? Muy bien, ya disponéis de viejos a los que podéis sacarle la pensión y, si es poca, que pague la familia. Si hay alguno que no tenga medios y lo tengamos que albergar nosotros, correremos con los gastos. No os preocupéis que somos amigos y daros cuenta de que la inspección la realizan funcionarios nuestros…No os preocupéis, pronto lo de la pandemia habrá pasado y nadie se acordará, además aquí en Viveiro no ha habido casos”. Aquí se acaba la ciencia ficción.

Ahora les cuento que el resultado es que, detrás de todo, y mientras los dueños de tal fondo buitre disfrutan de sus ganancias, siempre cuentan con serviles muñidores bien relacionados en las altas esferas de la política ¿verdad Doña Josefina Rodríguez Miguélez, flamante premio Galicia Global por su eficaz labor a cargo de estas empresas? Es lo que produce la amistad con Feijoo y Corina Porro. No se le olvide, Señor privatizador de la sanidad pública, contar a sus fieles estas cuitas en los próximos mítines.

Y es que de aquellos polvos estos lodos. El problema, querido lector, es no embarrarse.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES