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La Iglesia y los balleneros

jueves, 03 de abril de 2008
Uno de los lugares mágicos, por excelencia, de nuestra Britonia, es la Isla Colleira. Que aparece, en un acta del Cabildo de Mondoñedo, del siglo XVI, con el nombre de Cualleira... Divide las rías de Viveiro y el Barqueiro, de ahí, el emplazamiento del faro que vigila la noche mariñana, desde la segunda mitad del siglo XIX. Mide 1.200 metros de largo por 700 de ancho, con dos fuentes de agua potable, y un portiño para el atraque, situado al suroeste.

En un lugar, denominado Las Fraguas, hay ruinas, se corresponden con el emplazamiento del Monasterio de San Miguel de Quonocularia. Fue en 1489, cuando la Iglesia, decide, por razones de subsistencia económica, unir este Monasterio al de San Martín de Mondoñedo, hoy basílica, en el pasado, catedral sede la Diócesis de Britonia.
La leyenda habla del refugio de unos 38 caballeros templarios, huidos de Francia, por la persecución del rey Felipe el Hermoso; hasta que el señor del valle de Vivero, ordenó desembarcar en la isla y pasar a cuchillo a los monjes, que habían sido declarados herejes, por la Iglesia oficial del momento.

De allí, partió, entre las aguas de la mar, un cuadro de San Esteban, que fue recogido, una noche tormentosa, en la playa de Xilloy, y que se ubica en la Iglesia, de lo que más tarde será, la parroquia de San Estebo del Valle.

De la leyenda a la historia. Los cazadores de ballenas de Bares, pagaban diezmos y primicias al monasterio de la Coelleira. Y ello, desde la sentencia de Mayo de 1547, declarada por el juez D. Juan Bautista de Madrid, que obliga a pagar el diezmo de las ballenas y cabrotes, cobrados por las tripulaciones de San Ciprián, Bares, Burela, Nois, y Foz, al Obispado. En algunos casos, como en el de Nois, se valoraba, tal diezmo, en 26 maravedíes por ballena y 22 por cachalote.

Mas tarde, en 1631, se llega a un acuerdo, entre Foz y la Iglesia, por la que se señala como diezmo, la entrega al Monasterio de San Martín de Mondoñedo, de un ala, de la ballena cazada, o bien dos ducados.

Otra relación, entre balleneros y la Iglesia, es la que se establece, en 1641, entre los pescadores del puerto ballenero de San Ciprián, que constituyen sociedad con el Deán de Mondoñedo, para organizar tales faenas, por cuatro años y cuatro costeras, en las que participaban cuatro lanchas; tres gallegas y una vizcaína, que llevan, cinco marineros, un arponero, un tonelero y un patrón que gobierna la embarcación; y que cobran en función de sus actividades en la caza, pero respetando, el diezmo, de las alas de la ballena para la Iglesia, y estableciendo que, los armadores de cada embarcación, recibirán la mitad de lo que se obtenga en la caza.

Do todo aquello, casi no se escribe. Sólo, de vez en cuando, recordamos nuestro pasado, cuando el tonel de aceite, de la ballena, era como el barril de petróleo, cuyo precio y consumo por las nuevas potencias como China e India, son una de las causas, del desajuste económico, que para muchos expertos, puede conducir, a otra gravísima crisis de la economía mundial, y a la búsqueda urgente de nuevas o viejas fuentes de energía, sólo que esta vez, la Iglesia, no tendrá poder para discutir, su parte en el negocio.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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