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Pandemia y codicia

martes, 12 de mayo de 2020
Cuando salgamos de la pandemia, y habiéndola aprovechado para reflexionar, los ciudadanos debiéramos plantearnos algunas cosas que hemos aceptado a pie juntillas, como es la globalización. Son las falacias a las que no somete el Capitalismo en aras de la libertad.

Los que no hemos renunciado al poder del pueblo y, aun sabiendo que la economía es cada día más voraz e inhumana, y que las decisiones de una gran empresa resultan más efectivas que miles de votos, deberíamos usar estos de tal modo que desaparezcan de nuestras vidas situaciones tan nefastas, como pueden ser algunas como las que cito: Las residencias de mayores no pueden ser gestionadas privadamente nunca, porque se convierten en un negocio y los mayores no son mercancía; los bancos, con chiringuitos financieros en otros países, y que son las mayoría, han de pagar fuertes impuestos de tal modo que acabe por no compensarles; las empresas grandes y pequeñas han de llevar una contabilidad transparente, de tal manera que no puedan utilizar filiales y otros subterfugios para esquivar impuestos; la subvenciones a estas deben desaparecer y no estar siempre sometidos a los chantajes de los despidos y las deslocalizaciones; las importaciones de productos de países subdesarrollados o en vías de desarrollo han de estar sometidas a aranceles, de tal modo que no compense a los importadores su compra, con lo que se reactivará la economía del país y a la vez se evitaría la explotación inhumana de otros seres.

Quizás, de este modo, se reequilibrarían las diferencias económicas en el mundo. Se tomarían medidas eficaces para desmontar los entramados económicos de tahúres que, amparándose en leyes permisivas y otras inexistentes, mangonean las economías de los países para su lucro personal, sin aportar otra cosa a la sociedad que el expolio.

Como no podía ser de otra manera, sé que rápidamente van a salir algunos ciudadanos llamándome comunista y otras lindezas, además, lógicamente, de iluso ignorante. Y lo único cierto es que soy iluso e ignorante. Pero cierto es también que el sistema de globalización es una trampa; que los bancos nos roban con la anuencia de la autoridades; que es muy fácil ser rico, sólo hay que ser desalmado y explotador aprovechándose de la pobreza ajena; que es una falacia eso que hay empresas, porque en realidad estas se alimentan de subvenciones que pagamos todos; que la eléctricas y otras empresas similares nos ordeñan , perdón, como a las vacas; cierto es también que el erario público está abierto a la rapiña realizada por eso nefastos fondos buitres, sea en la sanidad sea en cualquier otra actividad; y así el agua o la limpieza de todos los hogares que mucha veces está privatizada en manos de entes tan complejos que parecen pertenecer, y dicho sea supuestamente, al igual que en Italia, a la Cosa de Ellos. Y todo esto lo estamos consintiendo con nuestro pasotismo, con nuestro desinterés, con frases tan absurdas y conformistas- “eso es lo que hay”- que denotan un derrotismo que me resulta insufrible.

Lo que hay es lo que permitimos que ocurra, porque somos los ciudadanos, no las empresas, ni los fondos buitres, ni los sinvergüenzas, que hasta pueden vivir de la política, ni los tramposos que tanto abundan, los que estamos llamados a cambiar las cosas.

Y todo eso es la lección que me enseña la `pandemia, cuyo origen en China es circunstancial. Nosotros sufrimos una pandemia mayor: la de la CODICIA. La de hacernos ricos pisando, y hasta matando, con nuestra estudiada negligencia y complicidad, como lo demostraron la residencia de ancianos; permitiendo que nuestros niños se alimenten con pizza y otra comida basura para enriquecer a empresas y se haga con descaro y prepotencia… Miles y de miles de situaciones, que sólo sirven para aumentar cada día más el desequilibrio económico, que no es otro que políticas orientadas a favorecer el enriquecimiento de unas élites poderosas… Hemos llegado al borde del precipicio permitiendo que nuestras avariciosas decisiones no hayan reparado en cargarse a la Tierra con tal de satisfacer su ambición y que, como nos llevan avisando los científicos desde hace mucho tiempo, ya parece irreversible.

Los virus, las bacterias… y muchísimos cambios que se avecinan, no van a reparar en carteras más o menos gordas, ni van a seleccionar por razas, sexos o religiones, simplemente nos esperan quizás para reequilibrar mejor la Tierra, quizás para decirnos que nos perdió la CODICIA. Y después, si es verdad lo del juicio, cada cual será responsable de sus actos, incluidos los apáticos. Y por supuesto los ladrones que” habelos, hainos”.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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