Aquí me tienes,amigo...

Aquí me tienes, amigo, otro amanecer de sábado a la espera de que todo esto que me pasa sea solo una pesadilla producida por la ingesta excesiva de alimentos, anoche, mientras en el plasma una pareja de policías trataba de encontrar a un violador de mujeres de mediana edad.

Pero no.

Quien me despierta es la realidad, otra vez superando a la ficción: nuestras vidas han sido violadas por un mal bicho que a poco que nos descuidemos nos mata.

Es peor que aquella hidra de mil cabezas que vivía en el lago Lerna, junto a la Argólida, donde Grecia criaba sus mejores caballos. Y nosotros –por el momento- no tenemos a Heracles, el héroe que le cortó todas sus cabezas mientras su sobrino Yolao evitaba, con el fuego de una antorcha, que de la amputación le nacieran dos por una. No me digáis que no se os parece esta historia a lo que estamos sufriendo…

No, no tenemos a Heracles, es verdad. Pero sí a miles de investigadores repartidos por el mundo en busca de la ansiada vacuna que acabe con el Covid 19, ese maldito virus que sigue asesinando a la gente más débil.

En ellos confiamos al mismo tiempo que nos asimos al único amarre que tenemos: lo que nos cuentan los expertos.

Ya sabes que la esperanza es lo último que se pierde. Por favor… ¡No desesperes! ¡Quédate en casa!

Lo peor es que le vamos poniendo nombres y apellidos a los fallecidos. Algunos, aunque forman parte de esa trágica estadística anónima, son personajes que merecieron en vida una muerte mucho más digna que la causada por el coronavirus y debemos destacar su partida.

Aún no eran las doce, anoche, cuando las radios daban la noticia del fallecimiento de Enrique Múgica Herzog, a los 88 años de edad y esta mañana me emocionaba especialmente una glosa de su compañero y amigo Eduardo Sotillos:

Ante la muerte de Enrique Múgica, respeto y dolor. Basta repasar someramente su biografía para comprobar la riqueza de una vida que no se puede encerrar en una etiqueta.
El común denominador de su existencia pública fue asumir riesgos en defensa de la libertad. Lo pagó con cárceles durante el franquismo y con incomprensiones en su etapa final. Comunista y socialista cuando no era cómodo serlo, fue capaz, sin embargo, de ganarse la confianza del PP para acordar su nombramiento como Defensor del Pueblo.
El asesinato de su hermano Fernando por ETA le marcó indeleblemente. No perdonó aquel crimen. Y no transigió con gestos de proximidad hacia los criminales.
No le acompañarán los fastos funerarios en esta hora. No habrá discursos impostados. Pero lo que sí hay es un sentimiento colectivo de que con su muerte se va también un símbolo importante de la generación que trajo la democracia a España”.

Pero si quieres saber todo sobre Enrique Múgica Herzog y comprender mejor la dimensión del personaje, te remito a www.riasbaixastribuna.com, que es publicación digital fruto del esfuerzo de mi amigo Eugenio Eiroa, impecable en cuanto a contenidos y formato. Eiroa te cuenta minuciosamente lo que tienes que saber sobre este ilustre ex ministro socialista.

Hay mucho dolor en esta sociedad confinada por la partida de Múgica y yo no puedo menos que enviarle mi pesar y un abrazo virtual a su familia, especialmente a su hijo Daniel.

www.galiciaunica.es