Confinada en relax
Pena López, Carmen - viernes, 10 de abril de 2020
Si no me muevo, si no salgo, si no compro ni vendo, si no conecto con el mundo y no me reúno con unos y otros. Si estoy en esa onda siento como si nada hubiera pasado, ligera, descargada
Necesito moverme al ralentí, con parsimonia; la compra enviada está en la cocina vacía, despacio la meto en la nevera, atravieso el pasillo, llego al dormitorio, me cambio.
Relajada me siento en el salón vacío, leo el periódico y descanso del ritmo consumista, de la competencia laboral, del mundo social, tan grato a veces y tan duro otras. Es un reposo hondo, que tal vez nunca tuve, o quizás alguna vez, sí, hace mucho tiempo: es un reencuentro con ese yo mismo que se pierde en la trama de la vida.
Me siento en la mesa a escribir con una libertad total para soltar mi rollo, para puntuar mal, para escribir fatal. Supongo que emerge lo sentido alguna vez muy lejana, antes de socializarme en el colegio, antes de ser disciplinada, antes de levantarme tempranísimo con mucho sueño, antes de que me corrigieran con rojo los exámenes, a lo mejor entonces, y por instantes o pequeños lapsus, treguas, sentí éste sentir, flotando al sol sobre el vaivén de la brisa.
Ahora es más extensa y profunda esa escasa vivencia, relajante: escribo y escucho el silencio.
Pero va llegando la noche y ese vacío sonoro comienza a adensarse, las ausencias y los ausentes pesan, mientras tomas conciencia que tu vida se adelgaza, y temes la soledad; te levantas y pones la música, la radio, luego la tele, que te anestesian y detienen tu pensamiento oscuro

Pena López, Carmen
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