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Ciertas ideas y respeto

jueves, 02 de abril de 2020
Querida Delia, Madre de los Quelle de Viveiro, ante el dolor por tu hijo, ahora eres Virgen de la Piedad, Amiga.

Desde que nos bombardeamos con wasaps, cada uno continuamos observándonos y declarando a nuestros contactos como realmente somos. Por ejemplo, tengo dos conocidos obsesionados con el sexo y que, generalmente, resulta chabacano, cuando no grosero. Ni me asusta, ni me importa. Otros, los más, se empeñan en insistir con sus proclamas políticas pensando, tal vez, que no tengo mis propias ideas. Por si esto fuese liviano, siempre algunos se empeñan en insultar a determinados políticos, incluidos aquellos a los que aprecio o aplaudo sin algarabías.

Hace tiempo que tengo superadas las dos Españas y me trato con la gente independientemente de su ideología. Mi mente es receptiva a todo aquello que merezca mi atención por interesante, que sea respetuoso y que sea capaz de ser receptivo también a mi opinión. Siempre viví ajeno a partidos, aunque evidentemente, mis simpatías están claras para quien me conoce un poquito.

Además la expreso libremente cuando escribo. Sin embargo, procuro no ser de ideas fijas, ni tampoco nadie me puede acusar de obligación alguna de defender a este o aquel. Digo lo que creo justo, no por opiniones ajenas. Cada cual es responsable de sus actos y los míos son escribir y opinar. Además, mi medida de las personas no es ni la ideología, ni el dinero, ni el rol. A mí me interesa más la inteligencia, el conocimiento, la bondad, la generosidad, la comprensión, la empatía, el equilibrio personal...

Conozco a muchos tontos que se creen listos y algunos tontos de verdad a los que quiero y respeto profundamente. Huyo, porque me asustan y me hacen daño, de muchos que se autoproclaman intelectuales y que rebosan soberbia por doquier. Me resulta de difícil comprensión que entre ellos existan muchos colegas de estos menesteres que, día tras día, insulten, cuenten patrañas, vilipendien de la manera más mezquina y grosera a cualquier oponente político. A mí, que no me escondo, no me gustan muchos, y alguno es público y notorio, pero mi crítica está fundamentada en mi percepción de la realidad y en la experiencia.

No hace mucho escribía que los geriátricos, por lo general, están en manos, no de monjas de la caridad, sino de fondos buitres y vean ustedes que poco tardó el coronavirus en colarse para darme la razón. Cierto es que son personas de mucho riesgo- y tipos como yo también- pero, sin estar nadie libre, conviene ser precavido.

Decía que estos escribidores-escritor merece más consideración-atacan continuamente y con tal saña y virulencia y visceralidad a los contrarios ideológicamente que me asustan.

¿Es un problema de desequilibrio emocional? ¿Son fanáticos de un partido? ¿Están pagados y tienen que justificar sus ingresos? ¿Atienden a estrategias diseñadas? No lo sé, pero temo que más de uno, dada la agresividad usada, pueda morir de un infarto y entonces se le acabarían todas las ilusiones.

Convendría recordar a todos los ciudadanos que las personas que están en las distintas instituciones han sido elegidas para ello por los demás. Buscar tres pies al gato, descalificando a alguno como espías o agitadores de uno u otro signo, sólo obedece a manipulaciones de grupos de presión, que tratan de imponer su ideología sin respetar la voluntad popular. Y esa es una constante histórica.

Personalmente, diré que están ocurriendo muchas cosas que no comparto, ni me gusta la deriva a la que camina el País, al que como Galicia también tanto quiero, pero no me siento responsable de ninguna. Mi esfuerzo está encaminado siempre a la pacífica convivencia. Pienso que ni grito, ni insulto, y si alguna vez soy mordaz o ataco con mis dardos a estos o aquellos, sepa el lector que soy criticón- lo acepto y asumo- porque ni me gustan las injusticias, ni los abusos, ni las mentiras, ni muchas cosas con las que me toca vivir. Y eso lo hago sin importarme quien se sienta herido -pido perdón si me equivoco, quizás fui muy brusco contra Feijoo- porque mi compromiso con este mundillo de escribir requiere ese peaje.

Me consta que soy odiado por más de uno al que descubrí su proceder; perdonen que sea reacio a la amistad de algunos que la buscan ya sabemos para qué; que, tratando de ser humilde, resulte a veces altanero, que no altivo; no me da gana, viviendo los avatares de un pueblo, formar parte de ningún grupo de presión ni de doblarme ante los poderosos ya sea de un género u otro. Y así se puede vivir, aunque ello conlleve perder amigos, quedar sólo y ser muchas veces marginado e incomprendido. Pero eso, ya se sabe, es el peaje que hay que pagar. Lo importante es seguir soñando con la cosecha.

¿Pero hay mejor libertad? Y nada quiero yo más para mi País que la libertad en todas sus facetas y una de ellas es la libertad para poder escribir- todavía algunos se escudan de ser criticados en la ley Mordaza- y así contribuir a ese clima de sosiego que tanta falta hace. Respeten pues, colegas escribidores, a los que están ahí puestos con los votos de los ciudadanos, sepan que también estamos al loro de maniobras y conspiraciones de uno y otro lado, pero sean ustedes más ecuánimes, que su función es decir la verdad. Después traiciones y lealtades las juzgará la Historia. ¡Ah! y cuidado con los infartos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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