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A pesar de todo, mañana saldrá el sol

miércoles, 01 de abril de 2020
Nadie estaba preparado para la avalancha administrativa que han provocado las medidas tomadas por el Gobierno de España, y mucho menos ante la improvisación y los cambios de criterio que se han venido dando en estas caóticas semanas. La inconsciencia de aprobar un Real Decreto que reduce plazos en unos expedientes cuyos efectos son retroactivos (lo que pone en tela de juicio las prisas) sin dar siquiera un par de días a la administraciones pública y privada para prepararse ha dado como resultado una marea incontrolable de expedientes, llamadas y tensiones no siempre bien resueltas, entre otras cosas porque todos somos humanos y la presión es tremenda para todos los implicados.

Los EREs, conocidos popularmente como ERTEs y recalcando esa T para dejar claro que son medidas temporales y no extintivas, tienen letra pequeña: la obligación de la empresa de que, una vez superado este bache, tendrá que mantener su plantilla durante un mínimo de seis meses. No es una cuestión baladí porque ni sabemos cuándo va a amainar la tormenta ni tenemos la menor idea a día de hoy del escenario a que se enfrentarán las empresas. Tampoco sabemos si ese compromiso afecta solo a los expedientes basados en causas de fuerza mayor o a todos, o qué consecuencias tendría incumplir esa condición. Lo más probable es que fueran la anulación del ERE y el pago de nóminas y cuotas de seguridad social, pero eso lo tendrá que decidir la Justicia cuando toque.

La redacción del Real Decreto tampoco es la más nítida. Hace referencias tan genéricas que es muy interpretable, y deja en manos de la autoridad laboral, previo informe de la Inspección de Trabajo en su caso, esta trascendental decisión. Hay malintencionados rumores generados por algunos gestores que pretenden disculpar así su pésimo trabajo (afortunadamente son contadas excepciones entre los fantásticos profesionales con los que contamos Lugo), según los cuales la Xunta está denegando expedientes que la Inspección informa favorablemente. Esto no ha pasado en ningún caso, ni una sola vez, y de hecho la administración está siendo sensible a la grave problemática y se están autorizando más del 98% de los expedientes solicitados. Confiemos en que la verdad acabe con los bulos que, una vez más, son aún más contagiosos que el propio coronavirus y que solo ponen en ridículo a quienes los difunden.

En cualquier caso la situación es confusa. Lo que antes eran actividades cuya continuación se permitía se han ido sumando a la lista de prohibiciones, y ese inexplicable retraso no ha hecho más que complicarlo todo, porque la Fuerza Mayor que no existía el día 15 sí la hay el 25, lo que redunda en una maraña difícil de desentrañar.

Para quienes el futuro sigue sin estar despejado es para autónomos y pequeños empresarios. Las medidas, una vez más, están diseñadas pensando en las grandes compañías que son las que tienen capacidad de influencia directa porque tienen los móviles de los ministros, y además les cogen el teléfono. El modesto emprendedor sigue esperando que se apruebe algo que le permita respirar con tranquilidad, medidas que le digan qué va a pasar con su alquiler, sus impuestos y sus recibos porque mientras otros sectores se podrán acoger en masa a las ayudas aprobadas nadie parece atender a quienes sostienen la economía de este país y generan no solo la mayor cantidad de empleos sino de mejor calidad.

A pesar de todo, tenemos que ser optimistas. Como Sociedad estamos luchando, con el personal sanitario en primera línea de fuego y con muchos colectivos (como personal de alimentación, transportistas, y fuerzas de seguridad entre otros) que están trabajando duramente para mantener el barco a flote.

Vamos a salir de esto. Mientras en la crisis del 2008 no había un horizonte determinado, en esta ocasión sí habrá una meta, una fecha a partir de la que la situación recuperará la normalidad, quizá no de golpe, pero sí a buen ritmo. Si el 12 de abril se pone fin al estado de alarma el día 13 la inmensa mayoría de las empresas volverán a funcionar y los trabajadores regresarán a sus puestos como si nada de esto hubiera pasado desde el punto de vista legal y laboral. No se les habrá consumido paro y mantendrán intactos sus derechos, así que tenemos que hacer un esfuerzo para no caer en el derrotismo.

Mañana saldrá el sol.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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