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Coronavirus

martes, 31 de marzo de 2020
Crisis o apocalipsis
Atribuyen a un murciélago chino
el origen del Coronavirus,
un minúsculo y malévolo asesino
que ha puesto en riesgo mortal
la salud y bienestar social
de toda la Humanidad.
Este virus es algo más que una pandemia,
más que una crisis sanitaria,
es una tragedia social y humanitaria.
El virus no respeta a nadie y afecta a personas
de la más variada condición,
pero castiga con especial intensidad
a los más vulnerables de esta sociedad:
enfermos, ancianos, y también
a los colectivos implicados
en combatir tan letal enfermedad.
Si bien lo más dramático y conmovedor
en esta España, en duelo, convulsa y dolorida
son los miles de personas que han perdido la vida,
sin derecho a una digna despedida.
¡Qué solos se quedan los muertos!
cantó Becquer en su inmortal rima.
Esta pandemia morbosa y salvaje,
tras largo e infeliz viaje
ha llegado a España en el momento menos favorable
ante la inacción e ineptitud irresponsable
del llamado Gobierno de progreso,
que con negligencia culpable,
no supo detener el progreso de este virus execrable.
Miles de afectados por tan penosa situación,
obligaron al Gobierno
a tomar una tardía y acertada decisión,
declarando el estado de alarma en toda la nación,
a través del cual se han establecido
una serie de medidas orientadas
a combatir tan letal enfermedad
y a evitar el contagio colectivo.
Y en dicha línea se ha decidido aplicar
el confinamiento en el hogar.
Un recurso necesario, pero que puede provocar
situaciones puntuales de tedio y ansiedad.
Las calles y plazas están vacías. No hay gente.
La ciudad está desierta, parece muerta.
Y el virus revoloteando en el ambiente
al acecho de una víctima inocente.
También se activaron medidas paliativas
para el normal desarrollo del mundo laboral,
a efectos de paliar consecuencias negativas
que puedan afectar a la vida social y empresarial
En la lucha contra este virus letal
es de destacar el trabajo esencial y humanitario
que presta el colectivo sanitario,
víctimas frecuentes e inocentes del contagio
por la carencia de medios necesarios.
¡Menos discursos y más recursos!
Demanda la sufrida sociedad
para combatir con eficacia dicha enfermedad.
En tan penosa situación lo más prudente
no es buscar culpables, sino salvar inocentes.
Y para finalizar, cumple felicitar a la ciudadanía
por su comportamiento ejemplar y solidario
ante un drama social y sanitario,
y por supuesto a los colectivos más comprometidos,
por su esfuerzo y profesionalidad
en el heroico combate contra dicha enfermedad:
protección civil, policías, bomberos, militares, voluntarios
y especialmente sanitarios,
por su entrega y valor extraordinario,
sin olvidar la ayuda inestimable y solidaria
de muchos generosos y altruistas empresarios.
Todos debemos colaborar,
en la medida de nuestra posibilidad
en la lucha contra tan peligrosa enfermedad.


La Coruña, marzo 2020
Vázquez Liñeiro, José Ramón
Vázquez Liñeiro, José Ramón


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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