Escuchando las hermosas voces de cantantes como Tania Libertad, Soledad Bravo, Mercedes Sosa, Javier Solís, Antonio Molina y tantos otros, y viendo el cuadro La Tormenta de Pierre-Auguste Cot, o un cuadro de Joaquín Sorolla, o los velos en las esculturas de mármol de Antonio Corradini, uno piensa en tanta belleza que habría
quedado eclipsada por las vanguardias, unas vanguardias que en la música serían el rock con sus variantes y otros estilos de música actuales en los que en vez de cantar se hablan las canciones, y que en el arte serían el cubismo, el arte abstracto, el arte conceptual
En el último tercio del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX hubo extraordinarios pintores, como Sorolla y tantos otros, que dominaban el dibujo, el color y la luz en sus cuadros y, sin embargo, han estado un tanto olvidados por coincidir con las vanguardias. En un artículo publicado en El Mundo (24/09/2014), con motivo de la celebración en la Fundación Mapfre de una muestra de la obra americana del pintor Sorolla, Antonio Lucas dijo: "Definitivamente, Sorolla es uno de esos creadores que para ser gozados no requieren demasiadas explicaciones. Eso lo debilitó, pero eso mismo es también parte de su fuerza intacta".
Llevamos tantos años con las vanguardias que pienso que ya han dejado de ser vanguardias para empezar a ser algo decadente. Esto sería aplicable al rock en la música, al cubismo y al arte abstracto en la pintura, y a las esculturas abstractas de hierro oxidado de parques y plazas. Por otra parte, hacer innovaciones en la música y en el arte sin belleza ni calidad tampoco tiene mucho sentido. Como dijo Oscar Wilde: La belleza es muy superior al genio. No necesita explicación. Efectivamente, la belleza se siente, te emociona y no hay nada que entender. Por ello, si una obra de arte se convierte en una especie de entelequia que no te emociona y que te tienen que explicar, como si de la física cuántica se tratara, a lo mejor es que no es arte.
Por todo ello, sería bueno recuperar y dar a conocer a las nuevas generaciones la belleza que las bellas artes tuvieron en otro tiempo, para que no se quede en el olvido: La belleza de la buena música de siempre cantada en español, como la copla y el flamenco en España, los boleros y el son en Cuba, las rancheras, los boleros, los huapangos y los sones istmeños en México y los tangos, milongas, zambas y chacareras en Argentina, y la belleza de siempre en la pintura y la escultura.
En el momento actual, hay cantantes españolas de hermosa voz, y hay algunos pintores, como Ana Muñoz, que están recuperando la
belleza en la pintura, con una especie de realismo mágico que podemos ver en Enigma, uno de sus cuadros. Y en cuanto a la escultura, lo mismo puede decirse de José Antonio Jiménez Langa, autor del original retablo de la madrileña parroquia La Cena del Señor, un grupo escultórico de la Última Cena del Señor en madera de cedro policromada que, por su perfección, nos recuerda las esculturas de Francisco Salzillo. Al final, siempre nos quedará la belleza.
