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Aviso a inconscientes... y caceros

lunes, 16 de marzo de 2020
La crisis del coronavirus – muchos estamos “encasados” o en prevención- me actualiza mentalmente y me reafirma en que las fronteras son un artificio político. También que Papá Gobierno, para algunos, parece ser culpable del mal, no vaya a ser que Irene Montero, yendo a la manifestación del 8 de Marzo, lo haya cogido a propósito. Claro que allí no estaría Ana Pastor ni el Ortega Smith, por ejemplo. Si queremos darle vueltas a las cosas, podemos montarlas en un tiovivo. Lo cierto es que el virus se expande con mucha facilidad. Es tan sencillo como encontrarnos con un imbécil, un irresponsable o un egoísta. Y a donde no llegó, por desgracia, llegará. Tiempo al tiempo.

Mientras, los caceros de este País, esa carroña que siempre hace negocio sin escrúpulos de todo lo que se presente, ya anda echando cuentas de las pérdidas de su negocio para así inflarlas y solicitar las subvenciones oportunas que, como es tradicional, pagará Papá Estado.

Desde los vuelos suspendidos… hasta la taquillas de los equipos de fútbol. A río revuelto… cazo en posición. Aquí sólo falta que Quim Torra pida un desagravio público, parné por medio, porque, según sus “nous” intelectuales, han descubierto que Colón, Cervantes y otros personajes eran catalanes de pura cepa y habían comido calçós en el mismo Monasterio de Monserrat. Y eso requiere una “justa” reparación, dada la manipulación y la deuda histórica del Estado Español. Hasta Otegui puede pedir un Valle de los Caídos, versión escaldún, para homenajear a sus gudaris, los asesinos de Eta. La Historia está ahí para ser escrita. Si todo es ponerse. Hace muchos años escribí: “Y los historiadores, muñecos parlanchines semidioses, maquillan a las rosas sin piedad”

Pues bien, estos días fui viendo lo del coronavirus, y su peligrosidad es proporcional a la inteligencia de algunos, a la ignorancia de otros y, sobre todo al egoísmo de muchas personas. Cuanto más corto o ignorante, cuanto más egoísta, mayor expositor al peligro.

Una niñata que conozco no tuvo mejor idea que ir a Roma el pasado fin de semana. El lunes
no trabajó porque le dolía la cabeza. Quizás fuese de pensar: “¿el coronavirus lo venden en los chinos?”. Ser imbécil es una posibilidad que tenemos todos, pero no hace falta presentarse a las oposiciones. Todos podremos infectarnos, pero yo no voy a comprarlo.

Y esto que estoy viviendo de cerca y que a mí me asusta, parece no importar a los constructores de fallas y otros responsables de eventos (Leo en la prensa que el viernes trece de Marzo en Burela aún dudaban si ponían el mercadillo) que minimizan el peligro con desfachatez a pesar de la advertencias reiterada de las autoridades. Hay personas a la que se le acaba el mundo por no poder tomar los vinos o ir a una boda. Son personas que no nacieron con el circuito mental cerrado. Ya oí este argumento, medio en broma medio en serio:”¡Qué más da, el demonio no es malo para todos, así se soluciona el tema de la pensiones, cuantos más viejos palmen, mejor!

El”chiste” o la “boutade” es la argumentación de este tipo de personal al que por cierto nadie echará de menos en la evolución de las especies. Pero quizás puede explicarles mejor la cuestión a los lectores echando mano de una anécdota: Anteayer salimos a pasear por las afueras de la ciudad, muy alejados de la gente, cuando de pronto vimos que en el parque infantil había muchos niños con sus cuidadores jugando al fútbol, en los toboganes… sólo les faltaba la bolsa de caramelos. Y se supone que los adultos están avisados, que ven la tele, oyen la radio…si hasta en el Sport sólo se habla del bichito en cuestión. Para eso los niños no necesitaban abandonar el colegio a no ser que vayan a ir los irresponsables de sus cuidadores.

Lo que parece cierto es que los chinos van controlando el bichito a su modo, es decir, “manu militari”. En otros sitios, donde todo se confunde y las advertencias o normas las pasamos por el forro, nos doctoramos en Gilipollismo, una carrera que no necesita esfuerzo y que puede comprar papá porque sólo necesita tirar dinero y tampoco requiere mucha experiencia.

Les decía también que Papá Estado lo va a pagar todo o casi todo. No, no lo va hacer con el dinero regalado a la banca, sino con el de la Seguridad Social, entre otros, por aquello de “contribuir” a la hucha de las pensiones. Perdón por la ironía. Y ya verán ustedes como pasan facturas todos los despabilados del País, que vienen a ser todos aquellos carroñeros dueños de cadenas hoteleras, agencias de viajes, farmacéuticas y un sinfín de buitres, con sus amalgamas de triquiñuelas, llámense empresas pantallas, golfos reunidos o Mafia F.C.

Lo cierto es que cuando vienen mal dadas, quienes están ahí bregando son los hospitales públicos. Esta derivación de prestaciones no la quieren los hospitales privados porque la pela es la pela, como diría Puigdemont. Y esta gente de eso sabe un rato. Sí, para las catástrofes, para los incendios, para rescatar a los que exponen sus vidas sin pensar en el peligro, siempre está ahí la guardia civil, la policía, los bomberos… que pagan los ciudadanos vía impuestos. La basura, el agua y otros chollos se privatizan siempre con la falaz disculpa de la eficacia. Claro que si en la empresa pública se roban las mascarillas y no se sabe quién ni cómo, entonces hay que cambiar al responsable y expulsar al ladrón. Y así empezarían por arreglarse las cosas.

Lección nº uno de economía social: los servicios públicos los pagan los ciudadanos vía impuestos. Lección nº dos: la empresa privada, mediante la influencia de personaje/es público/os, logra contratos para vaciar las arcas públicas con rentabilidad garantizada.

Doy como cierto pues, que lo que nos cuentan sobre el virus es tan sencillo como lo dicen y nada raro hay en su expansión. Lo sufrimos, se muere gente y se enriquecen con el negocio los sinvergüenzas de siempre. Lo que no van a hacer ningún de estos espabilados es rellenar las arcas públicas que depredan sin piedad. Y la “manu militari” en este apartado, vendría de perlas. Eso es lo que tiene este Capitalismo tramposo: Mucho ladrón y muchos “pagagani” soportando las arcas públicas. Ya verán lo que se llevan estas pandillas de saqueadores que esconden los beneficios con las trampas y paraísos fiscales.

De toda esta catástrofe saco las siguientes conclusiones:

Primera: Quien se enfrenta realmente al problema es el Estado, y al decir Estado,hay que matizar: A mí me parece que la oposición al Gobierno, por una vez, podría dejar de afilar el lápiz y ponerse codo con codo con él. De lo contrario se ve el plumero. Ser inteligente es lo mínimo exigible ante un tema de tal envergadura.

Segunda: El grave problema lo están resolviendo, como mejor pueden, y con la precariedad de sentirse desbordados, los servicios públicos- para ellos mi gratitud-que abarca desde
investigadores hasta fuerzas de orden y el último de la cadena.

Tercera: El gobierno debe ayudar y apoyar a las víctimas de esta situación, no usándola políticamente, ni comprando simpatías con el dinero arbitrado para la ocasión y eso implica respeto de las arcas públicas y considerar que los beneficios de las empresas jamás son invertidos en paliar estas situaciones. Cuidar del menesteroso, sí; alimentar buitres, no.

Cuarta: Siento pena, tristeza, vergüenza, desasosiego… porque creía que la ciudadanía podría ser más responsable, que estaba más educada (al menos abundan más los títulos) y, sobre todo, no podría imaginar que fuese tan egoísta, irreflexiva, insolidaria… Muchos viejos como yo se fueron al pueblo sin considerar el peligro; muchos huyeron a la playa por el sálvese quien pueda; otras personas viajaron por motivos laborales o vacaciones escolares sin meditar en qué medida podrían contribuir a la expansión… y me consta que más de uno lo hizo sin querer. Y también los hay, como la chavala en cuestión, que van a Italia porque simplemente son tontos. Y la tontería es un virus también muy contagioso y peligroso. Por eso rezo: ¡De coronavirus, caceros e imbéciles, libéranos, Dómine!
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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