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Joyali

sábado, 29 de febrero de 2020
El 26 de febrero de 1992 en la ciudad de Joyali se perpetró un genocidio contra la población civil que constituye el hito más sangriento en el conflicto entre Azerbaiyán y Armenia. Las cifras son elocuentes, se asesinaron a 613 personas de las que 106 fueron mujeres, 63 niños y 70 ancianos. Se capturaron 1275 rehenes y no se conoce el destino de otros 150.

Permítaseme el paralelismo con la mayor de las atrocidades de la época moderna, la Shoah, el holocausto de 6 millones de judíos. Que luego impulsó las acciones militares y Joyalirepresivas de Israel. Aunque no sea posible trazar un paralelismo perfecto entre Israel y Armenia, es innegable que el nacimiento de la Nueva Turquía, de Kemal Ataturk y sus jóvenes turcos, contribuyó a la dispersión, que algunos califican de genocidio, de los armenios.

Naturalmente, el hecho de haber sufrido una situación de hostigamiento y de muchas muertes, no autoriza a tomarse la revancha frente a población, además, que nada tuvieron que ver en el enfrentamiento entre turcos y armenios después de la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial.

Turquía nunca ha aceptado el genocidio, lo explican como hechos de guerra, y ha sido un punto siempre muy controvertido y materia de conflicto permanente entre Francia y Turquía.

Armenia, como es el caso de Israel, vio el cielo abierto en la posibilidad de tener un país independiente, y esto, a mi juicio, les envalentonó para, dentro del mosaico étnico de la zona, apoderarse del enclave de Nagorno Karabaj.

Azerbaiyán ha crecido mucho económicamente, ha tenido un liderazgo muy importante con el presidente Aliyev, que ha conseguido situar a este país entre los “leopardos” de la región.

Recibí la invitación de la Embajada de Azerbaiyán, de su Embajador Anar Maharramov. Allí me fui con mi discípula Olena, que debutaba en las lides internacionales.

La puesta en escena fue muy solemne y curiosa a la vez. En el Salón Toledo, del Hotel Intercontinental, a media luz, con alfombras, arañas y televisión. Allí fueron llegando los Embajadores de Bulgaria, Pakistán, Turquía, y diplomáticos de otras embajadas, como la de Ucrania. También periodistas destacados como el incombustible Guaylupo y ese hombre en todas las salsas que es Juan Ignacio Vecino, con su revista de la UNESCO. JoyaliLlegó tarde, como siempre, nuestro querido patrono Carlos Uriarte. En fin amigos, un pedacito de la fauna internacional que pulula en la corte de Felipe VI nuestro señor.

El acto fue muy solemne, con intervenciones cortas pero muy sentidas, del Embajador Maharramov, de una consejera turca y de Juan Ignacio Vecino. Se proyectó después un video de la fundación Heydar Aliyev, muy revelador de las atrocidades que se cometieron en aquel maldito día de febrero. Todos los intervinientes, y el vídeo en cuestión, claman por justicia y por que se apliquen las Resoluciones de las Naciones Unidas que abogan por una solución del conflicto que respeten las leyes internacionales y devuelva los territorios confiscados a sus legítimos moradores.

Me entrevistó la televisión azerí, aunque Olena, de origen ucraniano, me explica que esta palabra designa a la población parlante de esta lengua propia de la región rodeada por el mar Caspio y las montañas del Cáucaso. Condené con toda firmeza, como es natural, que se perpetren genocidios que son tan injustos, tan indiscriminados y que marcan nuestro lado oscuro. A este propósito cité uno que me ha impresionado siempre, el de Srebrenica, en Bosnia. Y me uní a todos los asistentes en reclamar la justicia y el cumplimento de las resoluciones del CSNU. Es un conflicto que debe resolverse, quizás con el apoyo de grandes potencias de la zona como son Turquía y Rusia, junto con la mediación de la Unión Europea.

Es un tema muy sensible, muy difícil, y que es un agravio permanente para las poblaciones en cuestión, sujetos y victimas de un conflicto que les supera. La diplomacia ciudadana, evidentemente, está siempre con las víctimas, pero duda muchas veces sobre quiénes son los verdugos. Justicia, pues, para las víctimas.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
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