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Las normas de convivencia

martes, 25 de febrero de 2020
A mi prima Parucha Timiraos Travieso “In memoriam”. Le pido a ese Dios, que dicen existe, te acoja en el Paraíso y nos sirva de morada eterna.

Los que nos hemos educado en el Franquismo, sabíamos que el incumplimiento de las normas de convivencia se arreglaban, generalmente, con palo y tente tieso.
Y, si bien es cierto que aquel era un sistema brutal, muchas veces abusón, lo cierto es que resultaba, visto lo visto, bastante eficaz.

No, no se escandalice nadie porque no propongo volver a las andadas. Muy al contrario, pienso que el remedio de muchas cosas es la educación. Y en la educación hay sistemas tan eficaces como las multas, verdaderamente coercitivas, que podrían ser prácticas para corregirlas pintadas, los botellones- no molesta que los jóvenes se diviertan- sino el abuso del alcohol. Por cierto, no se entiende que sea tan fácil su acceso sin la complicidad de las autoridades.

Nadie tiene derecho a molestar, ni a romper árboles, ni a destrozar el mobiliario urbano, ni a arrancar las flores de los jardines, ni aparcar encima de la acera o en lugares expresamente prohibidos, ni a llevar a su perro a beber a la misma fuente que lo hacen los niños, ni a dejar sus excreciones donde les da la gana, ni a tirar papeles a la calle, ni a sacar las ruedas de su taller a la vía pública, ni arreglar los coches en ella, ni a desocupar el local echando las cajas vacías de su mercancía a la calle, ni a chillar a voz en grito a las tres de la mañana, ni a circular con sus coches o sus motos por espacios reservados …Incluidos coches de reparto urgente y motos de pizzerías.Y no se trata aquí de poner trabas al trabajador ni cosas parecidas, como falazmente argumentan, se trata de poner orden y, sobre todo, respetar al anciano del andador, al niño que corretea por la calle, a la persona que camina por los espacios públicos y que tiene derecho a ello. Es cuestión de respeto… y hacer cumplir las leyes. Cuando no se cumplen, sobran.

Ahora, con la democracia, a muchos alcaldes se les llena la boca con la palabra respeto, tolerancia, educación, empatía… Buen rollito y hasta les ríen las gracias a verdaderos salvajes. Y si no, se escaquean, y jamás cogen el problema por los cuernos. Las razones son sencillas: Quien tiene que vigilar está en el bar; a los amigos hay que dejarlos en paz que si se cabrean no te votan; al que aparca mal hay que cuidarlo que es de la familia; al médico que mancha la calle, mañana vamos a verlo en la consulta; al del taller “ ya lo avisé” , pero todo se queda ahí eternamente… De poco vale que ponga usted un buzón de sugerencias, si después no las acepta, por más que me diga que realiza mucha autocrítica.

Mire usted, un alcalde no tiene la obligación de ser simpático porque no es un camarero ni se dedica – al menos que yo sepa- a la comedia. Un alcalde es una persona elegida por la ciudadanía para que dirija el destino de un pueblo y ello conlleva, no sólo buscar inversiones, industrias…sino también legislar y adecuar las normas de cívica convivencia para el servicio de todos, para el que lo vota y para el que lo podría votar. Ese protegido suyo que abusa, no es su amigo sino un caradura; el guardia que se escaquea tiene la obligación de vigilar, que para eso cobra de los ciudadanos, y debe velar por la normas independientemente de quien sea el infractor. Y así podría seguir diciéndole cosas que usted ya sabe. Un alcalde tiene la obligación de cumplir y hacer cumplir la ley… y sino deróguelas.

Cuando se presente a las elecciones de nuevo, sería deseable y coherente que no prometiese cambiar cosas si ello conlleva seguir igual. Desgraciadamente, en nuestros pueblos, ante estos temas, tanto da un partido como otro: siempre hay unos señoritos abusones que aparcan donde les sale de los…; siempre hay un jeta que abusa de la calle; siempre hay un empleado, o más, público que roba material del concello; siempre hay muchas cosas que arreglarían las multas o los expedientes, pero buscamos lo cómodo, lo que no me cree problemas… y no es cuestión de siglas, es cuestión de valor para cumplir y hacer cumplir las normas. Y si no me cree la eficacia de las multas, pregunte en tráfico. Funciona de p.m.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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