Vanesa es una preciosa muchacha que vive en Getafe y tiene un novio estupendo socio del Geta. Sus primas le han invitado a asistir a la gran maní del 8 de marzo. Tiene algunas prevenciones, pero se muestra decidida a asistir.
Al mismo tiempo está fascinada por La isla de las tentaciones y se conoce al dedillo las tentaciones y enredos de esta serie que estaba enlatada en Mediaset hasta que un bache en la programación la sacó del ostracismo y arrasó en la audiencia sobre todo en la juventud.
Cuando el director del banco me habló de esta serie y Ángel mi kioskero se refirió a su éxito no tuve más remedio que preguntar la opinión de Ester, Olena y Elena mis bellas e inteligentes colaboradoras. Estaban informadísimas. Se sabían todo de pe a pa.
Decidí entonces asomarme a la serie y ver el capítulo de la decisión final y después de La Real Mirandés de la Copa transformarse en un voyeur más del programa.

Cinco parejas ellas de piernas infinitas y con vestidos de licra ajustada a más no poder. Ellos carne de gimnasio con pectorales que superaban a sus parejas. Con pantalones pitillo con los tobillos al aire. En resumen azafatas de congreso, modelos de pasarela o atractivas peluqueras repeinadas y maquilladas. Ellos entre macarras, porteros de discoteca, guardaespaldas o futbolistas de divisiones inferiores.
Todas estas parejas en un resort caribeño de gran lujo con tanto de palmeras, gran piscina y bungalows. La trama amor a todo trapo. Fidelidad e infelicidad frente a frente, pues estas parejas algunas hasta con ocho años de convivencia tenían que poner a prueba su fidelidad tentados por diez mozas ellos y por diez zagales ellas.
La cama como juez que quita y da, que premia a los buenos y que castiga a los malos, los que ceden a la tentación. A este punto me pregunto que es lo que fascina a Vanesa, pura diversión o el deseo de vivir una situación parecida en un paraíso de sol y palmeras.
Me imagino a las miles de Vanesas soñando despiertas y mordiendose las uñas ante estos Ronaldo de barrio y a los David comiéndose con los ojos a las de la licra con faldas ultra mini y calzadas con grandes tacones.
Dirigía el tinglado ante una hoguera encendida, que reflejaba las pasiones de plexiglás, una Mónica Naranjo inmóvil como una estatua y parca en palabras, solo sentencias cortantes.
Todas estas chicas que formarán la coreografía del sanchismo triunfante, admirando a colegas repeinadas y maquilladisimas con esos tacones de aguja tan odiados por las feministas y que hablan como las heroínas de Corín Tellado tan lejos de las soflamas libertarias de Irene Montero.
Que las atrapa tanto, encontrar a Mr. Wonderful o vivir una aventura imaginaria que recordarán la noche de San Valentín con sus novios en un abrazo ritual.
Y todos estos gallitos musculosos, que envidia amigos, charloteando de amor y celos con

esas excitantes damitas curvilineas. Incluso llorando por no sentirse amados y befados por su bella. Cuantas horas de gimnasio y de peluquerías, mirarse al espejo y derramar testosterona.
Se adivinan los montajes de aspirantes a actores y actrices, pero en esa irrealidad hasta las historias más inverosímiles se hacen reales.
Comprendo que un programa de evasión nos fascina a todos. Amigas adultas y adulteras soñar con los mozos y mis amigos igualmente adultos y juguetones imaginarse en los tentáculos de estas Evas de guardarropia.
Adán y Eva frente a frente sin manzanas ni serpientes, sencillamente pasándoselo bien. Que más queremos. Comprendo a mis amigas Vanesa, Ester, Olena y Elena. Cándidas palomas que después el 8 de marzo se convertirán en furias justicieras. Que miedo.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com