Feliz Año a todos mis lectores y amigos. Empiezo el 2020 en el Teatro Calderón de Madrid y lo hago asistiendo a una revista de la compañía catalana y barcelonesa La Cubana que cumple 40 años aquí en Madrid y nos trae el Paralelo simbólicamente con su espectáculo "Adiós Arturo".
Un funeral de tronio celebrado con actores, público, música y baile. El Calderón con sus 102 años es el teatro por excelencia de las folclóricas y estos actores barceloneses reúnen sobre las escena a todas las regiones de España con sus más lúcidos trajes tradicionales, pero amigos no es Coros y Danzas es un gran espectáculo que no desmerece a Broadway ni a Bolliwood.
Por esta razón entre mis brindis disfrazado de Maurice Chevalier el inolvidable astro de la canción francesa no puede faltar un Visca Barcelona la ciudad donde mi queridísimo padre trabajó con éxito 27 largos años y que últimamente me hacía sentirme un despreciable charnego ante el carnaval de esteladas y odio.
No me he vuelto de Esquerra, ni indepe, ni del Barsa Dios me valga, me siento español, europeo y ciudadano del mundo con especial amor a Asturias, Galicia, La Rioja y naturalmente Madrid.
Los políticos se alejan de la calle y de nuestras inquietudes, han llegado al disparate de no respetar las Navidades e incluso querían mezclar a los Reyes Magos con un abominable asalto al poder. No es extraño que en Italia haya nacido el movimiento de las sardinas o que en Francia los chalecos amarillos repudien a la política tradicional. La que vela solo por sus intereses y ven en la cosa pública la panacea del buen vivir.
Me ha encantado esta revista "Adiós Arturo" sobre este extravagante benefactor que deja su fortuna a su loro y que en cada región en que se representa tiene sus natales. Yo la vi en agosto en el Jovellanos de Gijón y allí don Arturo era gijonés de Begoña y aquí en Madrid de la calle Atocha.
Se repasa la nostalgia de números inolvidables de Celia Gámez, chanson francesa de boulevard, ritmos caribeños, sin que pueda faltar el castizo chotis, el agarrado madrileño, pero todo ello con un ritmo frenético y un lenguaje desenfadado del Molino de Barcelona.
A las dos horas del show en que se homenajea al ilustre fallecido por todo tipo de asociaciones sigue una astracanada con participación del público y con un loro, una bonita guacamaya, triunfador.
Después hasta la una y cuarto un fin de fiesta con todos ya tocados con papillon y canotier los caballeros y con diademas y coronitas las damas, todo el arsenal festivo de la farándula y confeti mucho confeti cayendo sobre nuestras cabezas.
Las campanadas,los botellines de cava, con su copa incorporada, las campanadas y una alegre entrada de año entre abrazos y besos orquestado todo por el animador micrófono en mano.
No es extraño que esta mañana con tanta fiesta y emociones haya tenido que tomar azúcar con agua para reponerme y la vista se me ha aclarado.
Vale la pena empezar el 2020 con una España unida sobre un escenario teatral, mientras los infames políticos solo sueñan en repartirse el pastel y en vez de festejar a los Reyes Magos los suplantan por los atracadores de caminos, pero al empezar este año os invito a todos a entonar un Viva Barcelona y tener confianza en el futuro.
Si hace falta saldremos a las calles pidiéndoles cordura y un poco de sentidiño gallego. Basta de disparatar unamosnos todos los españoles demócratas y mandemos al desván de los objetos inservibles a los políticos mendaces, que se metan su obsoleto progreso donde les quepa y nos dejen vivir y prosperar en este estupendo país que pretenden arrebatarnos estos ganapanes. Visca Barcelona!
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
