Sus recientes éxitos hicieron que Isabel no pudiera disfrutar de sus vacaciones en Granada donde se había citado con un exótico amante de Nueva Zelanda, pero el sexo la aburría, necesitaba acción y vaya si la tuvo.
Un fontanero de La Moncloa la citó en la cafetería del Hotel Villamagna donde sabía que la agente manchega tomaba café y despachaba sus asuntos de espionaje.
Se arregló rápidamente cargó su pistola de bolsillo que nunca la abandonada y que había causado la estampida del forajido neozelandés. El kiwi tuvo miedo ya Isabel le dejaba sin respiración con sus demandas amatorias, pero al descubrir que debajo de la almohada custodiaba una coqueta Beretta, sin pensarlo tomó las de Villadiego con el rabo entre las piernas.
Acentuó su maquillaje una agente 007 manchega tiene que estar muy bien maquillada para encandilar al personal. El hombre calvo y zafio que tenía delante procedía del equipo de La Navata le informó que tenía a su disposición el Falconcrest y había que partir inmediatamente, sin tiempo para recoger el equipaje.
Un extraño suceso en Bolivia requería su presencia la estaban esperando en el aeropuerto y sin poder descansar se vio rodeada por unos matones, que como supo después eran porteros de discoteca de Marbella fichados para la ocasion.
Se dirigían a la residencia de la embajadora mexicana que hospedaba a unos secuaces de Evo Morales el derrocado Presidente. Había que raptarlos para venderlos a los chinos, que bien trajeados se los endilgarian a los chicos de Putin.
La misión española había fracasado porque en el ministerio de Exteriores desde que se había ido Borrell iba todo patas arriba. El líder acuciado por su santa se ocupaba solo de evitar el desahucio y el ministerio era un desastre y la misión pareció un numerito de Gila ya que cuando intentaron sobornar a los militares bolivianos que custodiaban la legacion se confundieron de jamón, por su amor al líder y estos honrados agentes solo aceptaban mordida pata negra.
Un excelso de celo le explico la jefa de misión también una dama y sin ese jamón no hubo tu tía y a uno de los cuatro encapuchados que la protegían con metralletas se le ocurrió rebelar que querían liberar a los exilados. Sin Borrell vamos a tener que cerrar el ministerio exclamó la ilustre dama.
Isabel tomó el mando al frente de sus matones y encontró una solución había que entrar por detrás, la llamada estrategia Chueca y dió resultado. Así que la intrépida Isabel entró por detrás y a los primeros que se encontraron se apresuró a ordenar que los envolvieran en mantas y los metieron en el todoterreno aprovechándose de que los guardias estaban viendo un partido de fútbol.
Sin embargo la misión no fue un completo éxito, pues se equivocaron de rehenes y los nueve no eran los chicos de Morales, sino los meseros de la embajada. Isabel disimuló su frustración a ella le habían pedido nueve y los había traido y además ahora se supo que los chinos se les habían anticipado. Rápida consulta a La Moncloa. Todo solucionado. Se contrató a los meseros mexicanos y se puso de patitas en la calle a los bolivianos por
miedo a que fueran agentes encubiertos.
De vuelta a España en el Falconcrest banquetandose a modo comprendió porque este avión era adictivo y se podía pactar con el mismo diablo para seguir en el machito.
De nuevo en el Villamagna volvió a manejar el Facebook y contrató a Julia una nueva comunity manager del Centro Riojano, donde después del cierre de Embassy se refugiaron los espías. Pensó por un momento en su fogoso y cobardón neozelandes y tiro de agenda. Tenía que elegir entre un albanés y un nigeriano. Cerró los ojos, acariciò la Beretta y se embarcó en una nueva misión ahora tocaba Estambul. Se relajó y escuchó unos fados. Habían sido dos días de infarto. La España global avanzaba.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
