El orgullo de ser español, los avances de los 40 años en paz y libertad, la unidad dentro
de la diversidad territorial y los valores democraticos de nuestra Constitución así como la necesidad de concordia entre los españoles han sido los puntos más destacados de un mensaje de Felipe VI en positivo.
Ha mencionado Cataluña, pero sin tonos de alarma, sino alineando este problema al del paro, al cambio tecnológico y al reto ambiental.
Señaló la gran responsabilidad de la totalidad del Congreso en configurar un gobierno con la persona, sin citar al candidato por nombre, designada a este efecto. Ni resaltó la urgencia ni la gravedad de la elección que hagan los diputados. Desdramatizando la situación política en que nos encontramos y dando plena sensación de normalidad democrática.
En un discurso en positivo, sin lunares negativos, remarquemos la falta de alusión a la violencia de género y a la memoria histórica, ni a la necesidad de un gobierno de progreso como machaconamente a falta de otros argumentos repite hasta la saciedad el candidato.
Elevó la autoestima de los españoles en todos los campos culturales, cientificos y deportivos. Somos un gran pueblo abierto a Europa y a América. Ni un adarme de crítica a las tensiones que se observan entre los partidos politicos. Ni al peligro de la extrema derecha e izquierda, aunque muy de refilón nos aconsejo evitar los extremismos pero muy sutilmente.
No se cebó tampoco en la desigualdad tan pregoneda por algunos,sino insufló energía para avanzar hacia el futuro.
En un discurso supervisado por el gobierno Su Majestad demostró un gran equilibrio y ser un buen practicante del slalom típico del esquí que practica desde pequeño. Felipe VI no cayó en ningún charco, pero a buen entendedor su discurso fue muy claro.
Nos conmina a no separarnos de los grandes logros conseguidos en estos últimos 40 años de democracia. Quien quiere entender que entienda.
La Monarquía sale reforzada después de este firme y hábil discurso. Don Felipe nos indica el camino a seguir. Continuar en la senda constitucional adecuandonos a los retos que nos plantea el futuro.
Ni populismos, ni nacionalismos desaforados caben en esta visión regia. Orgullo y unidad podría ser el lema de este gran discurso de Navidad a la nación española.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
