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Isabel toma un café

jueves, 26 de diciembre de 2019
En este Madrid que sube como la espuma y se convierte en el corazón de España gracias a su actividad económica abundan los espias y las bellas Mata Hari.

Este es el caso de Isabel una bella manchega cuyas actividades y andanzas son muy misteriosas. Mi amigo el embajador de Rusia con aspecto de gran duque y otro embajador el prestante Arturo Pérez que tuvo una labor de contraespionaje en su etapa de la OSCE me encomendaron ambos una misión especial desenmascarar las verdaderas actividades de una moza lozana cuas actividades levantaban sospechas.

Así es que me aposté en el lobby, perdón el anglicismo, del Hotel Villamagna de Madrid a la hora del té. Me proporcionaron las fotos de su Facebook, que me alegraron la vista y me dispuse a esperar, me parapeté detrás de un periódico. La lectura de estudios y trabajos no daban pistas, parecía una de las protagonistas de Mujercitas con algún año Isabel toma un cafémás. Esperé.

Iba elegantemente vestida de negro, que le sentaba como un guante y conversaba animadamente con tres jovenes. Hasta aquí nada del otro jueves.

Sin embargo los acompañantes de la bella Colombina llamaban la atención por ser uno blanco como la leche, otro negro como el carbón, perdón Greta y el último de color rojizo. Se dirían los tres Reyes Magos. Una oportuna propina a un botones me dio la clave eran directivos de Gazprom, la multinacional rusa de la energia.

Era evidente que Isabel trataba de sonsacarles sobre las intenciones de Putin en el mercado energético de la OPEP de Viena. No estaba claro si era la espía de Macron o de Boris Johnson.

Traté de escuchar la conversación, que versaba sobre la construcción de un gigantesco gasoducto submarino del Ártico al Mediterráneo.

Con un pretexto les dió esquinazo y se dirigió rauda y veloz a una salida que conectaba con El Corte Inglés de Serrano.

La seguí. Se compró una crema para la cara. Hasta aquí nada sospechoso, pero de repente apareció un caballero con aspecto inglés e intercambiaron un saludo muy formal. Se veía que Isabel era muy cauta y desconfiada con los hombres, tuvieran mala o buena pinta.

Abrió el bolso. Sacó unos papeles y mirando con sigilo a derecha e izquierda le entregó unos papeles, uno de ellos muy arrugados. El que tenía aspecto del M15 se marchó rápidamente sin decir palabra.

La bella Isabel, esta Mata Hari moderna sacó un móvil blanco y marcó un número de teléfono y preguntó con voz un poco agitada "Está el comisario Villarejo?".

Este episodio ficticio, pero muy real, explica la proliferación de vampiresa en las recepciones diplomáticas y reuniones. En los hoteles de cinco estrellas se ven pulular a estas damas y damitas agentes de la internacional del espionaje.

Interesado por Isabel me enteré por el versátil George Massad que estaba relacionada con la ruta de la seda y era agente de Enrique Gaspar y la operación de vuelta de Cristiano al Real Madrid comisionada por Florentino.

Para llevar a cabo ambas misiones hubo de engatusar con sus armas de mujer a un centenar de hombres de negocios chinos y a una buena docena de atractivos futbolistas y directivos de la Juventud de Turín.

Quedo tan agotada por tanto trajín que ahora podía ocuparse de los amigos de Gazprom al servicio de Putin, el rey de los agentes y ahora zar de todas las Rusias.

Por lo tanto amigos lectores si en el Villamagna de Madrid veis a Isabel tomando un café con su aire más inocente de novicia carmelita. Desconfiad hay gato encerrado.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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