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Villancicos y un recital húngaro

viernes, 20 de diciembre de 2019
La Navidad va unida a la música suena a villancico y a concierto que cantan al Niño Dios Villancicos y un recital húngaroy a Papa Noel o acompañan la venida de San Nicolás o escoltan la caravana regia de los Reyes Magos.

Los ojos se empañan de lágrimas recordando escenas imborrables de un tablao flamenco en que bailaoras y cantaores interpretan y bailan villancicos con un incesante ruido de palmas. Algo inolvidable.

El encendido del árbol de Navidad en el Rockefeller Center de Nueva York entre una inmensa multitud tocada con los gorros rojos y el vibrante acto del viaje de Papa Noel en Radio City con sus rockettes.

Un solemne Adeste Fideles en la misa del gallo en San Pedro antes de un viaje a África.

La familia y amigos en torno al belén con panderetas, serpentinas y confeti soplando alegremente los matasuegras y coreando tiernos cánticos navideños.

Un conmovedor Belen monumental en Cordoba, el mercadillo del Niño Dios en el Ayuntamiento de Viena y el vino caliente que reparten los voluntarios de Aldeas Infantiles.

Mis padres ya fallecidos unidos con sus hijos brindando por el dulce Jesús en el comedor que los niños no pisabamos, un sorbo de sidra El Gaitero y mucha juerga, abrazos y besos.

Todos llevamos prendidos en el recuerdo a la Navidad con tantas luces, mercadillos, figuritas y artículos de broma, gorros y narices postizas. Máscaras de brujas y ángeles.

Un paseo por el mercadillo de Santa Lucía en el barrio gótico de Barcelona rodeando la catedral, antes de la locura independentista. Las niñas y jovencitas con sus tocados de velas llameantes que dan vida a sus túnicas blancas descendiendo lentamente por una escalera en la residencia de la Embajada sueca en Madrid.

Y volviendo de este viaje nostálgico al pasado estoy en el majestuoso Casino de Madrid en el salón Príncipe abarrotado de público asistiendo a un recital del gran pianista húngaro Gergely Bogányi con un repertorio de Franz Liszt y de Frédéric Chopin que toca de memoria con sus manos que vuelan sobre el teclado y dirigen a una invisible orquesta. No apenas se apagan los bravos un coro de niños de la Fundación Yehudi Menuhin nos deleitan con un Aleluya de Leonard Bernstein y una nana de ciegos de Extremadura.
Villancicos y un recital húngaro
Después las fotos recuerdo con el pianista con el embajador húngaro László Odrobina y con los grandes amigos del Centro Riojano Jose Antonio y Gloria y el gran animador de fastos el sirio universal George Massaad y la bella Colombina Georgia Hristea.

Perdonad mis lágrimas, los hombres tambien lloramos. Abrazos y besos a todos fundidos en recuerdos y buenos propósitos.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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