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Francisco en Hiroshima y Nagasaki

jueves, 28 de noviembre de 2019
En su viaje a Tailandia y al Japón el Papa Francisco realizó una peregrinación por la tolerancia y la paz. En Bangkok abogó por la libertad religiosa‎ y condenó la utilización de la fe para la cultura de la muerte. En Hiroshima y Nagasaki hizo un llamamiento Francisco en Hiroshima y Nagasakicontra el empleo de las bombas atómicas y la cultura del miedo que previene los ataques nucleares. Se reclamó a la fraternidad y a la cooperación.

En 1991 estuve presente en ambas ciudades en las ceremonias conmemorativas del 6 de agosto a las 8:15 en Hiroshima y el 9 a las 11:01 en Nagasaki. Algo inolvidable. ‎Tenía en mi mente las estremecedoras imágenes de Alain Resnais en Hiroshima mon amour que quedaron superadas por la visita al Museo de la Paz y las conversaciones con los Hibakusha, los afectados por las bombas literalmente y sus descendientes.

Francisco pronunció todos sus discursos en castellano probablemente porque esta visita la efectuaba no sólo como Papa, sino también como un ciudadano argentino que se ve sumergido en un panorama de desolación y destrucción debido a la locura humana, las terribles guerras que borran de la faz de la tierra la belleza de la paz.

Es imposible permanecer indiferente. Francisco desde su magisterio levanta su voz por la paz, por la cultura del encuentro, por la vida. Estigmatiza el odio y la confrontación y nos invita a ser hermanos bajo la mirada amable de Dios.

No se trata de buenismo, que es un arma arrojadiza que protege a los malos de forma Francisco en Hiroshima y Nagasakipartisana y permite el avance del mal. En la práctica oponerse a las fuerzas del orden y blanquear a los transgresores en todos los ordenes de la vida.

Ciertamente no es buenismo lo que predica Francisco. En mi visita al campo de exterminio de Dachau en Alemania te sobrecoge el horror y la piedad por las víctimas y como revulsivo una gran ansia de reconciliación y de amor al prójimo.

Evitó la palabra diálogo, que nuestros buenistas profesionales utilizan para desmembrar España y sembrar la discordia apostando por los partidarios de la violencia.

Hago esta reflexión para subrayar que Francisco estimula la cultura de la cooperación y yo me permitiría añadir de la armonía para solucionar los conflictos.‎ Sin justicia no puede haber paz, pero es necesario un espíritu de comprensión del otro y de tolerancia.

Evitar a Little boy y a Fat man, nombre de las dos mortíferas bombas atómicas es el mensaje ‎que nos traslada Francisco desde Hiroshima y Nagasaki. Frente al horror el amor, la no violencia al servicio de la sociedad y no de los violentos que disfrazan con pieles de cordero sus deseos de imponerse sin respetar a los demás.

Es la cultura de quienes desean vivir en paz sin matones ni víctimas‎, con ilusión y creatividad, es la invitación que nos hace Francisco y que Paz y Cooperación ha abrazado desde su fundación en 1982.

Utilizar la energía atómica para la paz y nunca para la guerra. Desterrar el odio y sustituirlo por la concordia y el amor. Parece difícil queridos amigos lectores, pero hay que intentarlo empezando por nuestras vidas privadas. Piedra a piedra se erige el monumento de la paz. Intentémoslo y nuestras vidas serán más alegres y amistosas.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com ‎
Antuña, Joaquín
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