Poesía y Bellas Artes

El origen del apelativo de Bellas Artes se sitúa históricamente en la antigua Grecia, cuna de la civilización y la cultura clásicas. Sin embargo fue en el siglo XVII, cuando se acuñó dicho término y se estableció la primera clasificación de las Bellas Artes en seis actividades diferenciadas: la música, la danza, la pintura, la escultura, la arquitectura y la literatura, que presentaban como elementos comunes la creatividad artística y estética. Posteriormente, a principios del siglo XX se incorporó a dicho elenco artístico el cine, clasificado como séptimo arte.

Como se puede apreciar, en dicho catálogo artístico no figura la Poesía, que aparece integrada en el arte de la Literatura, junto con otros formatos como el ensayo, la narrativa, la novela y el teatro. Es evidente que la Poesía es la hermana pobre entre dichos parientes literarios. La prosa es más dúctil que el verso, el relato más extrovertido que la métrica y el teatro más comprensivo pues transmite su mensaje por una doble vía, la vista y el oído, considerados sentidos superiores en la captación intelectual de las ideas y emociones. La vista acapara el 80% de los estímulos externos que llegan al cerebro.

La pintura, la escultura, la danza, el teatro, utilizan la vista para captar y contemplar la riqueza artística y estética de dichas obras Por ello se denominan artes plásticas o visuales. Es más fácil identificarse sensualmente con un cuadro de Goya o Velázquez y una melodía de Mozart o Albeniz que con un poema de Becquer o Quevedo. Una imagen (un cuadro) vale más que mil palabras (un poema). La Poesía es más modesta, no se ve, no se escucha, se siente, se vive, se percibe a través de una sensibilidad especial.

Picasso, eximio pintor, fue también un vehemente poeta, y como tal manifestó que “se podía escribir una pintura con palabras y pintar las sensaciones en un poema” “La Poesía es hoy la última casa de misericordia,” es el último verso de un poema de Joan Margarit, galardonado con el Premio Cervantes 2019.

La poesía es la aristocracia del lenguaje
la élite del pensamiento
el arte de transformar en verso
la vida, el amor y el sentimiento
Es una explosión sentimental
en la que la inspiración y fantasía
rivalizan y compiten por igual
en perfecta cadencia y armonía
La creatividad, la inspiración y la utopía
son los tres pilares de la poesía
La poesía es la música del alma
Es el arco iris de la vida:
el verde de la esperanza,
el blanco de la pureza,
el azul de la templanza,
y el rojo de la pasión

En tan fecundo paraje
emerge la figura del poeta,
de fértil imaginación y mente inquieta,
fabulador y artesano del lenguaje.
El poeta es un escultor de la palabra,
un pintor cuyos pinceles son sus versos
que dibujan sus penas y alegrías
teñidas de ficción y fantasía.
En este mundo, de amor deshabitado
huérfano de mesura y sentimiento,
el poeta es un ser amortizado,
sus versos se los lleva el viento.