En España se indaga poco en la vida privada de las personas, por respeto o pazguateria, que de todo hay, a diferencia de Francia y Estados Unidos en que se escudriñan las relaciones personales. En el caso francés para regodearse de los asuntos de faldas y corpiños de sus Presidentes y en el de Estados Unidos para escandalizarse de forma farisaica, en ese matriarcado encubierto que ejercen las estadounidenses.
Mientras la vida privada de Inés Arrimadsa ha sido totalmente transparente y Cupido con sus flechas ha unido a dos personas que podían parecer irreconciliables, la de Albert Rivera ha sido muy opaca cambió de acompañante después del naufragio de su matrimonio y tampoco aquella señora rubia le satisfizo porque pronto se comenzó a hablar de su nuevo amor con una reputada cantante.
Era un secreto a voces, pero ambos jugaban al escondite y solo ahora en su

conmovedora y digna despedida se ha referido a su pareja. Un comportamiento para mi gusto esperpéntico, que nos retrotrae a los tiempos tenebrosos de la ocultación de las relaciones.
En los últimos tiempos se veía a Rivera muy crispado y nervioso. Estaba desquiciado y yo lo atribuyo a su relación con Malú esta estrella de la canción, que probablemente será una mujer muy difícil que demandará mucha atención. En Italia son así las divas, son jeroglíficas y enrevesadas y si este es el caso de nuestro lider de Ciudadanos se comprende su crispación.
Al amor hay que mandarlo al colegio como en la comedia de Don Jacinto Benavente y creo que Albert hubiera necesitado asistir a las clases de esta Escuela de vida con profesores italianos y franceses impartiendo lecciones de galantería y saber estar en el amor sin perder lamentablemente los papeles.
Sería deseable una total transparencia, que no quiere decir acoso, de los amoríos y afectos de nuestros políticos. Don Juan Carlos perdió la cabeza y acortó su carrera regia y me parece que a Albert le ha pasado lo mismo.
El caso Rivera, con un perfil donjuanesco ha sido silenciado por la prensa y ha interferido en su liderazgo. Son especulaciones, pero las sensaciones y las emociones interfieren en nuestras vidas y pueden ser nefastas para los servidores públicos.
Por ello Rivera se merece un réquiem rosa con el agradecimiento más sincero para un gran patriota que trató de combatir la furia y la necedad de los independentistas y que siendo catalán se sintió plenamente español, pero no supo o no pudo digerir su amor. Perdió los estribos y cayó de bruces, esperemos en brazos de su amante.
Gracias Albert!!!
JoaquÍn Antuña - joaquinant@hotmail.com