El abrazo entre Pedro y Pablo y el paseillo de ambos con sus secuaces recordaba el famoso cuadro de Rembrandt "El festín de Baltasar". Estamos en la Babilonia bíblica en el que los comensales del banquete del Rey de Babilonia Baltasar toman bebidas y comen en cuencos y vasos saqueados del templo de Jerusalén por la conquista de la capital de los judíos que condujo a la cautividad de Babilonia.
Dos días antes en la noche electoral el Divino Pedro con esa cara de circunstancias, que se le ha puesto desde que interpreta el papel de Jack el destripador, anunciaba a sus seguidores que celebraría consultas a partir del día siguiente Con todos los partidos excepto con Vox.
Nada de nada. Como es su estilo Pedro olvidó sus palabras del día anterior y sus promesas y no consultó a nadie, salvo a su amigo Pablo y una simple hora con él bastó para preparar un pacto de preacuerdo lleno de tópicos progresistas, sin precisar las medidas que pretenden tomar.
Mientras tanto en Cataluña la frontera con Francia bloqueada por los cederres sin intervención de los mossos y el Parlament aprobaba la autodeterminacion. Los mossos protegían a la "gente de paz" y detenían a un camionero exagerado que pretendía
abrirse paso. El mundo al revés.
Pedro y Pablo celebraban su himeneo y no tenían tiempo para Cataluña y sus cortes de carretera y violaciones de la ley. Sus huestes presentes en el llamado "abrazo del insomnio" afilaban sus colmillos para sentarse a la alegre mesa del festín de Baltasar.
Según el relato bíblico en medio del festín aparece una misteriosa mano que escribe "autodeterminació" en catalán, pero los babilonios no entendía esa lengua y tuvo que ser el profeta Daniel el que les traduce la misteriosa palabra. Sigue el rumboso y rijoso festín y Daniel les aclara que significa poner fin al reinado del Rey Felipe y dar entrada a los medas y a los persas. La Torre de Babel.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
