A veces las frases hechas no son sólo una metáfora. Se podría decir que pierdes la cabeza cuando en un Casino te juegas tu fortuna a una carta o cuando un político cae
del caballo como San Pablo en la puerta de Damasco y se le aparece José Antonio Primo de Rivera con todo su brio imponiéndole la idea de España con toda su retórica de los luceros, y pidiéndole que respete su tumba.
Pedro I el Divino de Pozuelo pierde la cabeza y se torna en falangista, toma prestado un lema de la Fundación Francisco Franco el "Ahora España" y dicho y hecho arremete contra los infames sepatatistas. Pierde la cabeza por España y se olvida de Plurilandia.
Hasta aquí estamos en el sentido figurado, pero un jubilado cántabro no ha corrido la misma suerte su media naranja mujer con antecedentes penales por estafa se la ha rebanado y envuelta primorosamente en papel de regalo ha confiado este macabro regalo a una vecina que la depositó en un armario.
Este horrendo hecho de crónica alterna en las noticias con las divertidas cuchipandas y correrías de los alegres cedeerres catalanes otros que han perdido la cabeza de forma permanente, aunque la conserven muy agitada sobre los hombros.
Vuestro intrépido cronista estuvo a punto de perder la cabeza en lances amorosos desaforados, pero ha sido rescatada a tiempo por la oportuna música checa y la casual irrupción de una virtuosa del piano. Chopin me ha indultado. Sigo con la testa a cuestas.
En las elecciones del 10 de noviembre queridos lectores no perdamos la cabeza. Tengamos en cuenta que se trata de la segunda vuelta de las elecciones de abril. Hora de enmendar entuertos y enderezar nuestras vidas y nuestra economía. No nos dejemos arrastrar por quienes han perdido de repente la cabeza,que no nos vuelvan a dar gato por liebre.
No corramos la misma suerte que el pobre cántabro. Si navegamos en mares procelosos. No nos dejemos llevar por las turbias pasiones. Esconder en vuestras casas los cuchillos jamoneros y los machetes de la caña de azucar. Nunca se sabe. Conservemos la cabeza integra tanto en nuestra vida privada como en la pública.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
