La falta de ambición es, lamentablemente, algo inherente a nuestra ciudad. La Xunta de Galicia presentó su proyecto de esa Gran Plaza con la que por desgracia pretenden sustituir la actual (y comodísima) estación de autobuses y el montaje genera más dudas que respuestas.
Para empezar, el diseño del espacio no va a resolver el problema del tráfico, ya que los coches seguirán pasando por el medio y medio de esa supuesta área de esparcimiento. Si además la Mosquera se peatonaliza, todo el tráfico de la Ronda pasará por ese punto, así que no parece que vaya a ser ni sano ni agradable. De hacer grandes conciertos allí ya no hablamos, claro.
No han planteado un paso subterráneo que parta del desnivel de la calle Ángel López Pérez y termine en el de Hermanitas (por una vez el terreno ayuda), lo que podrían aprovechar para ampliar el aparcamiento de la Plaza de la Constitución, algo que solventaría parcialmente el eterno problema de estacionamiento en el entorno del casco histórico. Es un olvido y una torpeza por parte de la Xunta no haber pensado en ello en plena tormenta por el posible cierre del estacionamiento de Ánxel Fole.
Por su parte, el urbanismo aldeano practicado en Lugo en los últimos tiempos ha cerrado el paso a la plaza hacia el sur con una enorme torre de pisos que, esa sí, se verá muy beneficiada por el derribo de la Estación de Buses.
Mientras nos ponen maquetas para empeorar y alejar el servicio de bus, nos dejan fuera de la modernización de los trenes. En mayo de 2018 el ministro Íñigo de la Senra (PP) prometía para 2021 conectarnos a Madrid en menos de cuatro horas, y la alcaldesa y algunas asociaciones afines protestaban porque se nos dejaba fuera del AVE. Estos días el ministro Ábalos (PSOE) ponía entre las cuatro o cuatro horas y media a todas las ciudades de Galicia salvo Lugo y Ferrol y los mismos que antes criticaban, aplauden con las orejas. Es lo que tiene depender del erario público.
Vamos al revés que los demás. Vigo llevará al centro el transporte público con su nueva intermodal en Urzáiz, Madrid ha acercado el tren a la mismísima Puerta del Sol
y en Lugo alejamos a los viajeros a una ubicación con una pendiente tremenda que será un obstáculo para muchos, por ejemplo para nuestros mayores, uno de los principales grupos de usuarios del autobús. Y lo llaman avance.
