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La juventud bancaria en el siglo XX (19)

martes, 24 de septiembre de 2019
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Los cursillos de jefes

Periódicamente, y con ocasión de crear o de cubrir vacantes de Apoderados, el Banco de Crédito y Ahorro organizaba unos cursillos especiales, a los que podían asistir todos los La juventud bancaria en el siglo XX (19)empleados que, por su conducta y formación, mereciesen preseleccionarse para ellos.

Las jefaturas, como dirigentes técnicos de los distintos negociados, y como representantes de la empresa al estar facultados para validar con su firma los documentos que se refiriesen a actos mercantiles, eran promovidos después de una selección concienzuda y justa.

Queimadelos asistió a los primeros cursillos que se celebraron después de haber sido declarado apto para presentarse a ellos. Así que, con Queimadelos, con su recuerdo de aquellas jornadas, podemos penetrar en el secreto de los cursillos que tuvieron lugar durante las tardes de una fructífera quincena. El salón de estudio, elegante, austero y confortable, como toda la estructura del edificio. El estrado, presidido por altos jefes de la entidad; las mesas de lectura ocupadas por jóvenes ansiosos de llegar, por espíritus rectos y emprendedores; por empleados que habían demostrado suficientemente su capacidad de trabajo y su interés por la prosperidad de una empresa que los remuneraba liberalmente y les facilitaba ocasiones de formarse científica y moralmente.

Un Director de Sucursal inauguró aquel ciclo de conferencias, versando sobre el tema:

Ángulos de incidencia sicológica

-“... Bien sabéis que la empresa es la función armónica del capital y el trabajo. Armónica, conjunta, pero no sólo entre estos dos elementos, sino entre las subdivisiones respectivas, entre los más mínimos componentes del factor capital y del factor trabajo.

“Podemos decirlo de muchas formas, pero una de las más acertadas es que el engranaje de empleados y jefes, de inversiones y acreedores, relacionados entre sí de una manera rítmica, impuesta por el giro de las circunstancias de cada momento, da lugar a un mecanismo productivo que beneficia universalmente; que va desde la decorosa existencia del último empleado, pasando por la hacienda del accionista, a la prosperidad de su radio de acción. Téngase en cuenta que el radio de acción de un Banco, prolongado en eco de repercusiones satélites, no tiene fin, pudiendo abrazarse en las antípodas los beneficios que irradia en todas direcciones.

“En cuanto a la armonía financiera…; y, por último, es de tener presente que también para lograrla ha de echarse mano de la sicología para estudiar las reacciones del imponente y del prestatario en orden al desarrollo de toda nueva iniciativa.

“Dejo quedar el asunto capital por dos razones obvias: porque vuestra experiencia ya os tiene enseñado mucho acerca de esto, y porque tendréis ocasión de sedimentar vuestras nociones con lo que se os enseñe en las sucesivas jornadas de este cursillo. Ahora iré quizás al punto más delicado de esta charla: el orden social que debe regir entre el elemento humano de la empresa. Demostrado ya que el capital es el factor matriz de toda organización comercial, cabe observar que esta materia tan indispensable es ineficaz cuando no está regida por una prudente administración y por una animosa tramitación.

“Es preciso decirlo sencillamente para comprenderlo mejor: el hombre, dotado de cualidades superiores a las de cualquier objeto de la creación, es capaz de lograr fines satisfactorios de todo producto natural, aunque si bien en forma rudimentaria si carece de medios para las operaciones de perfeccionamiento; en cambio, la materia de por sí, aunque las gentes la hayan calificado de riqueza, es inútil para todo adelanto, con excepción de aquellas cosas que por ley natural se encuentran en proceso de crecimiento o de transformación. De esto se desprende que la materia está subordinada al genio perfeccionador del hombre. Y el hombre es el fenómeno más difícil de estudiar. Casos se han dado de mentes privilegiadas, cuyas ideas traspasaban el límite cultural de su momento presente, cuyos proyectos más tarde habrían de clasificarse como geniales, que fracasaron por no saber encajarse entre sus semejantes, por no saber paralelizar sus pretensiones con las de cuantos tenían que cruzarse en sus vidas.

“El éxito de nuestra profesión, analizando por ahora tan sólo el factor humano, consiste en equilibrar nuestra posición con la de cuantos tengan contacto con nosotros. Habrá ocasiones en las que nuestro beneficio se alimentará suficientemente con los márgenes neutrales, quiero decir, desinteresados, que existan entre nuestros fines y los del prójimo; pero cuando nuestros intereses sean encontrados con los de otras personas, debemos apelar siempre al concepto más puritano de la justicia, e incluso reflexionar si conviene escudarse excesivamente en aquellas leyes que, por no ceñirse debidamente al asunto en cuestión, pequen de injustas para la otra parte contendiente. Os recomiendo que en cuantas ocasiones carezcáis de elementos de juicio para tomar una decisión sobre asuntos confusos acudáis a vuestros inmediatos superiores en demanda de consejo, pues puede ocurrir que su mayor preparación y experiencia os eviten resoluciones que vayan en detrimento del prestigio de nuestro Banco.

“Las probabilidades de éxito y de fortuna son infinitas para todo ser humano que se preocupe a lo largo de la inmensidad del tiempo de laborar con el debido entusiasmo, habida cuenta de que su formación esté a la altura de las circunstancias. Si todo es posible para todos, ¿por qué se ha de apelar a medios innobles para conseguirlo? Y al hablar así tanto me refiero a las aspiraciones particulares del empleado como a aquellas otras que deben animarle con respecto a la empresa que le acoge.

“El interés particular, el comunal y el de la empresa son perfectamente compatibles entre sí, dentro de los límites de una prudente moral. Sobre este plano pueden trazarse diversas incidencias, todas ellas con existencia propia y conjunta. El individuo, miembro de una empresa, se beneficia del progreso y formación de sus compañeros porque de ellos puede recibir enseñanzas y alicientes, y lo mismo ocurre con respecto a la entidad, puesto que el robustecimiento de ésta le asegura su propia prosperidad y sostenimiento. En cuanto a la masa gremial, digámosle plantilla para conceptuarla de un modo más delimitado, se prestigia y beneficia del progreso de cada uno de sus componentes porque con ello se crea el espíritu profesional, orientado al progreso. Igual que ocurre con respecto al individuo, la prosperidad de la empresa es la reserva para su porvenir, y el esfuerzo mancomunado de sus miembros garantiza a los demás las remuneraciones normales en aquellos períodos en que por razones físicas u otras causas fuesen incapaces de producir. Por último, el engrandecimiento de la empresa debe ser la consigna de todos y de cada uno de los empleados porque de esta forma se demuestra a la masa de accionistas que se sabe corresponder a la confianza que de un modo más o menos directo tiene depositada en cada uno de los productores que manipulan su capital, y se agradece la remuneración del trabajo, que se percibe gracias a que las herencias y economías del accionista nos han sido confiadas para someterlas a nuestras especulaciones.

“Ahora estoy ya de lleno en el temario que quise plantearos con mis palabras de apertura; y me ceñiré a él:

“Dije, Ángulos de incidencia sicológica, y trataré de ellos con respecto a la convivencia y colaboración del personal empleado. En el desarrollo de toda empresa existen tantos puntos de vista como individuos laboran en ella; armonizarlos no es tarea difícil, pero sí delicada.

“Observad a todo esto que no me canso de repetir el concepto armonía, y es preciso hacerlo porque esta constituye el secreto del éxito de las colectividades.

“Un buen jefe no será jamás aquel que se oriente por las impresiones que reciba directamente, sino el que compulsa las suyas propias con las que lógicamente han de sentir lo individuos a quienes afecten sus decisiones. Y lo mismo puedo decir de los empleados, quienes a su vez han de observar imparcialmente las causas que motiven las resoluciones y el proceder de sus jefes. Todo esto es extensivo a la relación profesional y social entre compañeros de idéntica categoría.

“Para hacer más gráficas y comprensivas estas ideas, fijaos en que el mando tiene que abrirse paso a través de dos prismas de reflexión simultánea: el objetivo de la labor a realizar y la colaboración de su personal; tiene, por tanto, una misión doble, que su mente ha de plantear; tiene, aunque su capacidad y experiencia supere con creces la de sus subordinados, más probabilidad de errar que cualquier tercero que se permitiese opinar fríamente sobre el asunto. Los que merezcáis ser designados en este cursillo para ocupar una jefatura, llegaréis a comprender algún día que tal o cual situación que juzgasteis mal resuelta por vuestros antiguos jefes era imposible o, por lo menos, dificilísimo orientarla de otra forma.

“Como humanos que somos, nuestra penetrabilidad en los asuntos puede considerarse finita, con tendencia a no pasar de la distancia que nuestras luces, nuestros informes o nuestro temperamento le señalen; algo así como un cuerpo intelectivo delimitado por dos convergentes, y he aquí lo que denominé “Ángulos de incidencia sicológica”. Ángulos que delimitan nuestro conocimiento de las personas y de las cosas, ángulos que se proyectan sobre zonas de intereses y tendencias complejas pertenecientes al mundo sicológico de los demás.

“Es por ello una buena norma apoyarse con prudencia en las observaciones y razonamientos de aquellos que nos rodeen, tanto de orden superior a inferior como de éste a los círculos elevados. Así, un Director, refiriéndonos a un centro de cierta plantilla, por sí mismo no puede tener acerca de sus últimos subordinados más que una angulosa visión de conjunto, ni tampoco un empleado de la generalidad puede poseer elementos de juicio para opinar temerariamente de sus directivos. Pero a toda esta limitación existe un procedimiento amplificativo: analizar las informaciones procedentes de individuos intermediarios después de tener en cuenta las razones o tendencias de índole partidista de aquel que las suministre.

“Poco más tengo que deciros al respecto; tan sólo hacer hincapié en que a los jefes de negociado les incumbe ensamblar la organización bancaria de un modo más especial que a ninguno de sus miembros; los apoderados vinculan la actuación de todos y de cada uno de los empleados con las directrices de la empresa, y son al mismo tiempo el portavoz y los responsables del cumplimiento detallado y exacto de cuantas consignas reciban con respecto al logro de los fines que se proponga la administración.

“Espero que os resulten fructíferos estos guiones profesionales, y que entre los conocimientos que ya poseéis y las ideas emanadas de estas charlas logréis la adecuada formación que corresponde al nuevo cargo que os ofrece nuestra entidad”.
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A continuación de cada conferencia los cursillistas redactaron unos comentarios sobre la materia tratada, en los que emitieron libremente su punto de vista, extendiéndose, al mismo tiempo, en las ideas que consideraron susceptibles de ampliación o de revisión; una especie de razonamiento paralelo, aunque claramente personal, acerca del tema del día, cuyo análisis daría una puntuación que se iría sumando a la de los respectivos ejercicios.

Al finalizar el cursillo, junto con una tesis elaborada por cada cursillista, que asimismo puntuaría, sobre el perfeccionamiento de métodos de trabajo o de cualquier operación tipo que acostumbre o pueda convenirle realizar al Banco, se elevaría al Comité Directivo una propuesta reseñando la puntuación y los méritos especiales que concurriesen en cada aspirante para la designación de los que debían ser nombrados Apoderados.
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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