A falta de un poco menos de dos semanas para concluir el aburrido folletín del nuevo gobierno , de repente, la política y los políticos han pasado a segundo plano y se ha instalado el morbo. Se ha desplazado el interés de los medios de comunicación a los sucesos de crónica. La desaparición y extraña muerte de Blanca Fernández Ochoa, el fallecimiento repentino de Camilo Sesto, el juicio del tremebundo crimen de Almería con
vil asesina y desconsolados padres han centrado el interés de la opinión pública.
Una población cloroformizada, recién salida de un cálido verano que se está enfriando con las clásicas tormentas y que ahora han ganado en jerarquía y se denominan Dana, se desentiende de un circo político sin ideas y en plena discordia.
En la izquierda reina la desconfianza... No se fían ni los unos ni los otros... En la derecha... más de lo mismo. Al PP le cuesta remover la pesada piedra de la corrupción y, Ciudadanos, en medio de una crisis interna, desea asumir el liderazgo. Por su parte, Vox está desaparecido ya que, sin truculencia, acatando el orden constitucional y limando las estridencias, pierde la fascinación redentora del populismo.
El Divino Pedro, en vías de convertirse en Pedro I de Pozuelo, encastillado en la Moncloa, sonríe satisfecho. El morbo le ayuda a pasar el rubicón y, con un país a sus pies, envilecido en el rigodeo de la desgracia ajena, tiene una moneda en su mano de dos euros por más seña y decidirá a cara o cruz si le conviene la compañia de sus primos de Podemos o ir a las cuartas elecciones.
Es un frío calculo que resolverá con sus asesores y, tal vez, consultando a su perrita Turca que, a su juicio, es el único ser del que se fía este Cesar de Pozuelo.
Desde el 26 de abril el tiempo ha ido pasando poco a poco... Hubo el paréntesis de las elecciones autonómicas y de las cábalas para formar gobiernos. Luego, el verano en que se supone que estos esforzados holgazanes tenían un merecido descanso y, cuando se anunciaba un final de infarto, resulta que aparecen los estragos de la carne mechada, la listeriosis y, luego los duelos de famosos y el juicio del año. Todo muy triste salvo las lágrimas de alegría de Nadal que emerge como el gran paladín español.
Por favor, Nadal, encarámate a la Moncloa! Dales con la raqueta a todos estos nauseabundos políticos y que tu himno triunfal, que bien te lo mereces, no te lo cante Plácido Domingo que ya interpretó el del Real Madrid para no irritar a Carmen Igualdad y a todas sus feministas.
Rafa, eres lo más decente,el personaje más brillante,el yerno que desearían tener todas las madres,nuestra estrella polar!
Muchas gracias por alegrar e iluminar este tedioso periodo de pan y morbo.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
