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Hamlet en la Moncloa

miércoles, 04 de septiembre de 2019
Ser o no ser es es el angustioso dilema que devora al Divino Pedro, ya que la remota posibilidad de perder su Palacio de la Moncloa su ideal en la vida y su razón de ser y poner en peligro su juguete favorito pues últimamente se ha encariñado también de su Falconcrest y de la parafernalia de ayudantes y de protocolo le horroriza. Todo Hamlet en la Moncloairrenunciable.

En la entrevista farragosa, vacía, sin contenido que le pública El País dominical con la esperanza que poca gente la lea y se contesten con ver las ilustraciones y las mujeres su santo y seña lo admiren por su porte y su ataque al machismo. A las de Podemos sus rebeldes admiradoras les ofrece quedarse como están que ya es mucho y retoma el tema de la desconfianza y otras zarandajas.

Más vale pájaro en mano le repite su familia aterrada ante la vuelta a Pozuelo, que ha dado nombre a su Dinastía, que bien suena Pedro I el Divino de Pozuelo. Volver con el rabo entre las piernas le hace temblar las canillas.

Los latinos somos muy miedosos, somos como el Miles glorioso de los tercios de Flandes, que se vanogloriaban de sus proezas de taberna en posada. Todo mentira. Su cobardía era gigantesca, pero su inventar su gloria le hacía bizquear a veces.

El temblor se contagia incluso a su perrita Turca y si nos mandan a la oposición y nos condenan a trotar juntos por Pozuelo y los vecinos humillados nos tiran al pilón y nos ponen en la picota. Que horror solo pensarlo.

Después cambia de registro se ve aclamado por sus conciudadanos que le dan mayoría absoluta como le han aplaudido todos los subvencionados de la sociedad civil con los que se ha reunido para solicitarles su apoyo y hacerles entrever sus futuras canonjias.

Y si fuera todo un espejismo se vuelve a angustiar el Divino. Le daría un puntapié a Ivan mi Ninfa Egeria y tiraría al pozo a Merlín mi singular Tezanos el urdidor de fantasias. No habría pozos profundos de esos que hurtan el agua a Doña Ana para ahogar a estos consejeros felones.

El sol madrileño y el paisaje velazqueño que embrujó al gran Carlos III el rey cazador y mejor alcalde de Madrid le devuelve el entusiasmo y el Divino ya ve rodeado por las masas del 14 de abril aclamándole y pidiendo que termine con la farsa de la monarquía de los Borbones y se inicie la feliz era de los Pozuelo como le había propuesto y pronosticado el sensato Boris el del Brexit salvaje.

Que hago acepto el abrazo del oso que me propone mi Valido, el burgués de la Navata con su colmillo retorcido o me expongo a salir del Reino, que fastidio tener que aprobar Hamlet en la Moncloaleyes, con lo bueno que sería estar sin parlamento ni periodistas en mi dulce inopia, en mis territorios de Babia.

El fervor progresista. El progreso personal y el de su banda, sus cohortes celestiales como las que se ven en el tremebundo Valle de los Caídos, ahora con todos sus aliados tan variopintos de los ecologistas milenaristas a las vengadoras feministas, pasando por sus descamisados aullando abajo la desigualdad, todo ese mundo de la carencia sin el que no habría necesidad de hablar de progreso, un tema del siglo XIX, es decir retro muy retro, con las teas, las antorchas humeantes preparadas para incendiar simbólicamente todos los templos ancentrales. Su empanada mental le abrumaba, le quedaba la ambicion pura y dura.

Ser o no ser o que rayos hago bramaba compuestamente el Divino.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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