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Caldereta en Cudillero

martes, 03 de septiembre de 2019
En "La parra" de Cudillero con su mago Arturo al timón he vivido una historia de esas Caldereta en Cudilleroque no se olvidan fácilmente. Adelanto que no me gusta ese reputado plato de la cocina marinera por haber vivido muchos años en Italia y ser romano de alimentación y en las artes de amor y fantasia.

Miguel Angel el gran constructor diserta sobre los bogavantes,en asturiano el bugre o yocantalo, ignoro Don Xulio como se llama en Lugo, y de un viaje a Sevilla en que le sirvieron un bogavante a la americana y que resultó algo indescriptible.

Estas desquisiciones culinarias no nos apartan del mérito del hecho insólito que acaeció en Cudillero esa perla del Cantábrico que todos los europeos y hasta los chinos, siempre ellos ahora en todas las salsas, deben visitar.

Se habló de terapias amorosas contra los cuernos fruto de los efluvios del buen vino amigos, aunque a vuestro cronista les gusta acuario ante la desesperación de Miguel Angel amante de los buenos caldos y a Isabel se le van los ojos por inundar su paladar de vino blanco. Es una blancoimana, que buenas broncas nos acarrean esas excesivas libaciones, que en una cierta noche llegó a deglutir dos botellas con gran follón posterior, que se está remendando en esta visita turística a Cudillero.

No se trata de que volaran los elefantes o los cerdos o los hipopótamos que adornan mi lecho madrileño junto a dos caimanes de peluche claro que ciertamente no superan a mi bella Isabel tendida en traje de Eva en un sofá de un mirador de la playa de Salinas en Avilés. Eso es un paisaje digno de la memoria real de una vida cuando un vendedor senegalés nos endilga unas bonitas pulseras españolas y de su país.

Este nuevo inciso impide que termine mi narración del hecho inverosímil que estaba acaeciendo en este bello lugar Cantábrico. Mientras desembarcan no los antiguos vikingos, ni los celtas, ni el mismísimo César Carlos, sino unos emigrantes africanos que descendían de una chalupa del Audaz,el barco de guerra de la ministra de defensa, el juguete del Divino Pedro.

Ni los más antiguos de la localidad jamás habían visto arribar a sus costas a los miserables a los fugitivos de hambrunas y de guerras tenebrosas del África negra, ni habían dislumbrado una nave que surcada las aguas del Mediterráneo podía llegar al Cantábrico, que misterio digno de la Odisea se había realizado para pasar en un periquete de Algeciras a Cudillero, en un pis pas, en un abrir y cerrar de ojos. Por eso yo me refugio en el amor a la humanidad, a mis amigos y a mis amores, que es la piedra filosofal que han buscado todos los nigromantes del mundo.
Caldereta en Cudillero
Estas conversaciones un poco enloquecidas transcurren mientras desfilan los desarrapados del planeta, aunque no sean los más pobres de sus países, pero su grito desgarrador nos llega a todos los afortunados de las calderetas y de los manjares de la tierra, que no llegan a las víctimas del rey Epulón ni siquiera las bíblicas migajas.

Arturo y sus calderetas de "La parra" nos han transportado a otro mundo sensorial, incluso a mi que no las he probado, esto si es insólito pero ese desolador paisaje humano me ha turbado amigos. Ese es nuestro mundo en que se alternan los claro y los oscuros. El mundo en blanco y negro.

Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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