Los CEO'S, siglas que en ingles quieren decir los directores ejecutivos de las empresas, los mandamases, para entendernos, de las empresas, se han dado cuenta que la sociedad está cambiando y, según nos refiere nuestro amigo, el director Jeffrey Sachs, están modificando su concepto de que su cometido es conseguir el mayor beneficio para accionistas. Se han dado cuenta de que hay que compaginar este objetivo con los beneficios sociales para la comunidad.
Cuando en España, Amancio Ortega, hace un generoso donativo de costosísimo equipamiento médico, está sirviendo a los intereses de la comunidad.
Sería muy miope criticar, como ha hecho Podemos la contribución de las empresas al bienestar social. Lo público y lo privado debe ir de la mano.
Nos indica Sachs que, en Estados Unidos, la intervención de Ronald Reagan de eliminar trabas y suprimir impuestos a las empresas, debilitar a los sindicatos y desregular a la industria, ha sido nocivo porque, con los impuestos se financian mejoras sociales, se construyen escuelas y hospitales públicos y se crean y se mejoran las infraestructuras.
La bajada de impuestos que propone Isabel Ayuso en la Comunidad de Madrid preocupa a las izquierdas,que se autodenominan progresistas porque temen que se recorten las inversiones para escuelas, hospitales, discapacidad, becas y ayudas sociales. Es decir, que se recorte el bienestar social.
Se ha extendido la mentalidad en Europa de que el estado debe protegernos desde la cuna a la tumba.
Fue el canciller alemán Bismarck uno de los pioneros del actual estado de bienestar. Es una filosofía simple y que se entiende fácilmente. El mundo en rosa.
Populistas de la extrema izquierda y de derechas postulan un ingreso social para todos. No hace falta esforzarse. El trabajo embrutece.
En un país latino con millones de pícaros una tal filosofía frena el empleo real y, a la larga, como sucedió en Grecia, es un desastre para las pensiones y los servicios sociales.
El economista Milton Freeman no es partidario de que los CEO's dediquen el dinero de la empresa a otros fines y les acusa incluso de derrochar el dinero de los dueños. Jeffrey Sachs argumenta que esta actitud tiene un elevado coste social y tiende a fomentar el monopolio y a enmiscuirse en la política.
Estamos ante el dilema de creer que los ciudadanos son justos y benéficos y de los que, por el contrario, mantienen que el estado es el único que puede conseguir un bienestar social para todos.
En Estados Unidos los lobbies son muy poderosos y pueden defender causas perjudiciales para la comunidad como contaminar el medio ambiente y hacerlo irrespirable o instigar consumos perjudiciales para la salud, por ejemplo, fomentando la obesidad infantil o armamentos mortiferos.
Las empresas no son entidades sin ánimo de lucro pero pueden contribuir también al bienestar social destinando sus excedentes a obras sociales.
Tengamos leyes, jueces independientes y tendremos un cauce para una sociedad ordenada y próspera con creatividad y protección social!
La comunidad debe proteger a los débiles pero no fomentar el parasitismo. Esos son los verdaderos chupasangre de un país... Las empresas deben descubrir la solidaridad y el compromiso social no sólo para mejorar su imagen, sino para contribuir al bien común.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
