El último de los grandes acusados por problemas de abusos sexuales es nada más
ni nada menos que nuestro cantante más famoso y universal, Plácido Domingo.
Frente a quienes hacen leña del árbol caído yo confieso mi escepticismo y sin ponerme de la parte de las víctimas, aunque comprenda que es la parte más debil, creo que el quid de estos casos de famosos denunciados radica en la misma naturaleza del poder y la fascinación que da la fama y que convierte en víctimas a quienes disfrutan de este elixir de los dioses. No anula su responsabilidad moral, ni penal, pero como las polillas van hacia la luz poseidas por esta fuerza superior, asi les ocurre a estas mujeres y hombres que se siente cegados por la seducción que desprenden el éxito y la gloria.
Para mi unos y otros son víctimas de los efluvios del poder. Es una responsabilidad compartida, que a mi juicio escapa de un enjuiciamiento claro y de una inculpacion de manual. Recuerdo una bella joven de Las Matas que conoció a un poderoso y me preguntó con toda ingenuidad si tenía que acostarse con el pues ella deseaba pedirle un favor. Solté una carcajada y la convencí de no rendirse a la fama que emanaba de ese personaje. Que yo sepa no pasó nada entre ellos y mi amiga consiguió desarmar con su ingenuidad al famoso convertido en buitre ocasional.
En Italia en la época dorada de Cinecittá la seducción era la moneda de cambio, el billete hacia la fama,incluso el suicidio de una joven actriz brasileña residente en una residencia de estudiantes a quien conocí que se quitó la vida ante su fracaso en su carrera a pesar de sus relaciones con guionistas y actores y era leyenda urbana que Sophia Loren y su madre conquistaron se decía entonces desde el portero de Cinecitta a todo el escalafón hasta llegar al poderosisimo
productor Carlo Ponti con quien se casó, hoy se le daría la vuelta y se tacharia de monstruos de lujuria a los que ayudaron a encumbrar a estas bellísimas damas del celuloide.
No creo ni en ingenuas palomas ni en encumbrados buitres ambos forman parte de la comedia humana e interpretando sus papeles respectivos se convierten en villanos y victimizados. El juego de las partes. Probablemente quienes se encuentran en la situación inferior actuarían de la misma forma si les tocara el dedo de la fama y se vieran asediados y tentados por la ambicion de quienes se dejan seducir.
Sin entender esta noria imparable es imposible juzgar a unos y a otros. Poder y sexo son dos caras de una misma moneda. Aquí viene a cuento lo de tirar la primera piedra.
Joaquín Antuña - joaquinant@hotmail.com
