Con la caída del muro de Berlín se puso fin a la guerra fría y con la retirada de Washington del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF en inglés) inicia la guerra nuclear. El acuerdo rubricado por Mihail Gorvachov y Ronald Reagan el 8 de diciembre de hace 23 años en la llamada era de oro del control armamentístico (1987-2000) que propició la reducción del armamento convencionales prohibición de las armas químicas y la moratoria de los ensayos nucleares.
Reagan ahogó a la Unión Soviética con el gasto nuclear que unido a la catástrofe de Chernobil desmontó el régimen de los soviets de economía planificada y de férreo control politico.
Estados Unidos con su vocación de gendarme universal, con su pretensión de salvar al mundo es un país continental armado hasta los dientes con un gasto militar brutal 649 mil millones de dólares el 36 por ciento del gasto mundial total, diez veces más
que Rusia y casi tres de China.
Esta economía tan fuertemente dependiente de la industria armamentista es una verdadera caja de Pandora que alumbra riesgos de guerra caliente en cualquier momento y eso mientras los ecologistas nos aterran con las catástrofes venideras del cambio climático.
La expansión económica de China, la aspiración nuclear de Irán y de Corea del Norte, los yihadistas desalojados de su territorio pero con su ideología muy agresiva y otros conflictos regionales como el palestino y el curdo así como la bomba de la emigración y de la natalidad, por ambos extremos, son ingredientes más que suficientes para alimentar conflictos de varía intensidad, sin aventurarnos en catastrofismos totales.
La paradoja europea es que tratamos de construir una economía verde, de energías renovables, agricultura ecológica, humanización del trabajo e igualitarismo entre los sexos mientras las grandes economías del momento se dedican a una expansión tecnológica sin precedentes. Europa es una arcadia feliz asediada por los bárbaros y no me refiero a los pobres náufragos del Mediterráneo sino a quienes impulsan salvajes economías bélicas y destruyen las industrias locales inundado los mercados con sus productos.
Felizmente en España estamos en Babia y a verlas venir y no tenemos ningún peso específico o muy reducido en el tablero de ajedrez en el que se está jugando el futuro del mundo. Pequeñas escaramuzas. populistas de segunda categoría y una sociedad hedonista que tan sólo deseamos vivir lo mejor posible. Carpe diem
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
