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Asesinos ambientales

sábado, 03 de agosto de 2019
Cuando hablo de asesinos ambientales, no me refiero tan sólo a esa caterva de depredadores del medio ambiente que cada día, llevados de su voracidad y egoísmo, trabajan para destruir el Planeta, sino de otras, también igualmente dañinas, como las cosas de uso en la vida cotidiana como pueden ser el tabaco, la colonia, el detergente, ambientadores, herbicidas y materiales de trabajo como desengrasantes, carburantes, tintas… y un sinfín de productos tan usuales como toallitas, geles, aerosoles, insecticidas, cremas para bebés o adultos… y así tantos que sería imposible nombrar en este artículo.

Son innumerables productos químicos que, en aras del progreso y de la civilización, nos tratan de meter por los ojos las industrias químicas con el beneplácito de unas autoridades permisivas, cuando no cómplices. En román paladino, compradas. Y también, todo hay que decirlo, con la colaboración de ciertos científicos más afines al dinero que a la ciencia. Ahí tienen ustedes el ya famoso cancerígeno glifosato tan usado todavía por ayuntamientos y otros organismos públicos como herbicida.

Rebatir tesis y combatir tantas mentiras necesita héroes que escasean y son literalmente acosados y perseguidos por sus jefes. ¡Qué asco de País! Y esto que digo y que suena fuerte está ocurriendo en España sin que ni prensa ni partidos reclamen soluciones de investigación. Nadie ampara a los verdaderos profesionales que se juegan el puesto de trabajo por cuidar de estos enfermos.

Y todo cuanto aquí afirmo es porque lo vivo muy de cerca: Mi mujer padece sensibilidad química múltiple, que es una enfermedad rara consistente en que su sistema inmunológico no soporta la exposición a estos miles de productos. Es lo que algunos conocen como “la mujer que vive en una burbuja” y similares.

Parientes de esta enfermedad, según me informa un médico que estudia esta dolencia, son la fibromialgia y la fatiga crónica. No, no están locas las personas que las padecen, sino que son unos trastornos que algunos, llámense médicos cómodos y no reciclados, llámense autoridades sanitarias, no quieren reconocer. ¿Criterios políticos por las bajas o jubilaciones?

Miren a donde llega el desinterés que a mí, en el hospital de Burela, un médico de urgencias me ha preguntado: ¿Y eso qué es? ¿Les parece a ustedes de recibo? Pues parece que no tienen obligación de conocerla. Pero, al menos, debieran de tener el deber deontológico de enterarse.

En estos quince años, que mi mujer padece dicha enfermedad, como otra mucha gente, nos hemos visto obligados a adaptarnos en nuestra manera de vivir como cambiar de casa y adaptarla a la enfermedad, restringir visitas, cambiar la vida social, se ha visto obligada a soportar inspecciones médicas de personas que desconocían la enfermedad, con resultados totalmente dispares y soportando a veces sospechas de picaresca… hemos conocido una pequeña parte de la miseria humana de personas que reclaman sus derechos al uso de los productos sin reparar en la salud del otro… y otro sinfín de circunstancias como el uso de los propios medicamentos. También, todo hay que decirlo, algunas personas, generalmente más allegadas, han cambiado sus hábitos para evitar el daño. Nuestra gratitud.

El fin de contarle todo esto a ustedes no es otro que prevenirles del uso, y sobre todo abuso, de estos productos químicos que están haciendo estragos sobre todo en limpiadoras, cocineras, empleados de tintorerías, lavanderías, peluquerías, imprentas, industria de estampación… hay cantidad de enfermos a los que no se le diagnostica la realidad y están sufriendo asmas y problemas respiratorios originados por su medio laboral sin que nadie quiera coger el toro por los cuernos. ¿Saben los problemas que produce trabajar con cemento? ¿Conocen a algún marmolista que hay superado los sesenta años? Son conclusiones a las que llega uno viendo la realidad.

Y por último, aunque sé que mi palestra es pequeña y mi esfuerzo no llega para combatir los intereses económicos de las multinacionales químicas amparadas por los políticos golfos, quisiera contar con ustedes para dos cosas que sí podemos hacer: difundir este aviso entre sus amigos por lo que pudiera informarles y ayudarles. Y otra cosa es combatir los intereses de esas empresas comprándoles lo mínimo y utilizando alternativas como jabón tradicional, no usar colonia o desodorante, lavar con jabón de la abuela y bicarbonato, combatir el tabaco solicitando leyes que al menos lo restrinjan al ámbito personal, pero no público… buscar alternativas a toda esa industria química tan poderosa como criminal y luchar en todos los ámbitos posibles en la línea marcada. Desde la alimentación hasta el trabajo, pasando por nuestro bienestar familiar. Cada cual, si realmente quiere, sabe cómo hacerlo.

Gracias por su colaboración.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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