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La juventud bancaria en el siglo XX (14)

martes, 20 de agosto de 2019
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Cartera

Prosiguiendo en su tenaz estudio de las particularidades de cada cuenta bancaria, La juventud bancaria en el siglo XX (14)Queimadelos encontró en un oficial de la sección de Cartera al técnico experimentado que le explicase y aclarase el funcionamiento contable y financiero del descuento y cobro de efectos.

Hablaron de esto entre sorbos de Ribeiro en un rincón de tertulia del “Bar de los Cantones”. Buscó la conversación Queimadelos:

-He observado, Piñeiro, que los gráficos de los beneficios del último año presentan una cantidad fabulosa como rendimientos de Cartera; ¿es posible que el descuento de letras nos produzca tantísimo?

Y Piñeiro asintió:

-Efectivamente; y aún tendrá que rendir mucho más a juzgar por el ritmo que llevan las ventas a plazos. Ya es raro encontrar una tienda donde no te den las máximas facilidades siempre que acredites algún sueldo o solvencia.

-¡Pero si todo el mundo se queja de los gastos de negociación que suma el comercio a los precios primitivos por las ventas a crédito! ¿No es un obstáculo para tal modalidad mercantil, y por consiguiente para nosotros esta reacción del pueblo?

-Mira; no te contagies con las filosofías de tu amigo Aldegunde. Una cosa es lo que dice, e incluso lo que piensa la masa, y otra lo que hace. La gente, es decir, el consumidor, opina que las compras a plazos no resultan económicas, pero existen dos factores avasalladores: la presión que ejerce en los ánimos la propaganda mercantil, y el instinto de poseer, que es insubordinable a todo raciocinio.

-¡Como, cómo…! ¿Presión, instinto…? ¿Es que esas dos tentaciones son tan intensas?

-Desde luego. El comercio, a través de todos sus medios de captación, llega a convencer de que se pueden lograr en el presente las ilusiones de futuro; de que es absurdo privarse hoy de un goce que puede pagarse cómodamente en el mañana, y encuentra ambiente propicio porque no hay austeridad que se resista a estas facilidades. Yo opino que, en el fondo, la austeridad de los pueblos no es más que imposibilidad de adquirir determinados artículos, bien porque sus economías estén orientadas a la consecución de bienes permanentes, o porque su nivel de vida no se lo permita. Claro que todo esto tiene un bien aparejado: el de intensificar la producción; y tú sabes que la producción intensiva es generadora de riqueza. A todo esto es de tener también muy presente que el global de descuentos está formado en sus cantidades más elevadas por remesas de mayoristas que necesitan un anticipo de capital para seguir operando, puesto que el detallista, generalmente, por estar saturado de existencias con respecto a su capital propio, no puede saldar los pedidos hasta que paulatinamente los vaya realizando.

Faltaba mucho para que estuviese saciado el anhelo investigador de Queimadelos, y continuó avivando la conversación:

-Pues sí; creo que llevas razón. Aunque no te admito de plano el que la producción sea riqueza neta por cuanto gran parte de la mercancía que se crea o transforma es de mero capricho, o sea, prescindible. Claro que, ampliando conceptos, la cosa cambia puesto que incluso las materias de lujo hacen el bien social de distribución de capitales, y el productor atrae un dinero que estaría inmovilizado en poder del consumidor, aparte de que el exceso de producción de lujo puede destinarse al comercio exterior y traducirse en bienes más prácticos.

Después de una breve pausa rogó Queimadelos:

-¿Querrías explicarme hasta qué punto intervienen los Bancos en el comercio moderno de ventas a crédito?

-Pues, mira; intervienen a posteriori, en segunda operación: ese tipo de ventas se concierta entre el consumidor y el comerciante, y no se les ocurre ni mencionar a la Banca, porque en tal momento les resulta un factor secundario; pero después viene que el comerciante precisa fondos para la rotación de sus transacciones y acude al Banco para que le tome a descuento los efectos de sus ventas. Aunque no le urja la percepción anticipada de sus facturas, para confianza y comodidad en el cobro suele dar los efectos en gestión de cobranza, con lo cual percibe los líquidos a la fecha de su realización.

-Es decir, que eso viene a parar en los dos sistemas de recepción de papel comercial; o sea, efectos descontados cuando deducimos intereses y daños y entregamos el líquido al cedente en el instante de remesarnos; y efectos al cobro cuando entregamos el líquido en el momento de cobrarlos, deduciendo únicamente los daños. ¿No?

-Sí; eso es. Y observarás también que esas dos modalidades tienen un alcance contable, financiero y económico muy dispar. Empezamos porque los efectos descontados hay que contabilizarlos como inversión activa, verdadero riesgo, y los efectos al cobro no necesitan más que unas previas anotaciones de tipo nominal, de mero depósito, que se realizará a sus respectivos vencimientos. En descontados se adquiere la propiedad de los documentos pagándolos al valor que, en virtud de sus circunstancias, cabe aplicarles, y el beneficio de esa operación se percibe de antemano, al aceptar la negociación, siendo su cobro una recuperación del capital invertido. En “cobro”, o séase, los condicionales, el beneficio del Banco se deduce llegado el vencimiento y su efectividad, siendo entonces, y sólo entonces, si hubo cobranza, cuando se pasa el líquido al cedente.

Queimadelos, insaciable:

-Te agradezco que me concretes y me amplíes las normas de contabilización que acostumbren a emplear las entidades de descuento…

-Intentaré hacerlo. Como tú sabes, el papel o efectos de comercio que recibe la Banca para su descuento se somete a un previo y detenido examen que abarca todas las particularidades legislativas que puedan afectarlos, principalmente los requisitos esenciales de timbrado, vencimiento, firmas intervinientes y corrección en su redacción. Cerciorados de que el efecto es perfectamente regular, se estudia el riesgo del cliente, o sea, el margen de solvencia en comparación con el global de operaciones en curso, y si la admisión de un nuevo riesgo resulta cubierta con el capital saneado del cliente, se procede a la operación matemática del descuento. Acerca de esto te conviene saber, y digo te conviene porque a menudo hay que aclarar estos extremos a los cedentes, ya que se obstinan en pretender que se les aplique el sistema real en vez del comercial, que el descuento abusivo de eso no tiene más que el nombre aplicándolo a operaciones bancarias; alegan que el Banco sólo entrega el valor efectivo de la letra, y que, por consiguiente, ha de descontarse sobre ese valor que es el que realmente sale de sus cajas; mas no ocurre así por cuanto el riesgo del Banco es sobre el nominal. Si se malogra una operación, con insolvencia presente del librador, o de los avalistas, o de anteriores tenedores, el Banco pierde el nominal, que estaría integrado por el efectivo que se dio en su día más los intereses correspondientes; luego la pérdida no sería del efectivo adelantado sino de una cantidad superior, y, por consiguiente, sobre esa cantidad nominal que entra en juego se debe estipular el beneficio bancario, que modernamente es un porcentaje minúsculo.

“Siguen a todo esto unos sencillos trámites de registro, siendo el más importante una ordenación en listas por orden de vencimientos para facilitar en su día la presentación al cobro dentro de tiempo hábil, y se termina la operación de descuento con la redacción de las liquidaciones, contestando al cliente en carta explicativa de los porcentajes aplicados por daños e intereses, así como del líquido a entregar por caja o abonar en cuenta. En los borradores de Diario se hace un cargo, como te he dicho, a Efectos descontados, sobre plaza o provincias, con lo cual la nueva remesa queda incrementada a la cuenta general de esta clase de activo, y se abona el líquido a la cuenta del cedente o a una transitoria que coordine con Caja en el supuesto de hacer la liquidación en moneda, llevando la diferencia que corresponde a la prima de descuento a la cuenta o subcuentas correspondientes de Pérdidas y Ganancias.

“A grandes rasgos ya tienes la tramitación de Entrada de Efectos descontados. Si estos han de ser cobrados por nuestra red de sucursales o corresponsales, caso de que el librado resida en plaza distinta a la de la entidad actuante, se le hace una remesa, cargándole el líquido que resulte después de aplicar las condiciones que tenga establecidas con nosotros el corresponsal o sucursal de que se trate.

“A cada vencimiento se sacan de Cartera las letras que lo integren, las gestionan los cobradores, y si resultan pagadas se ha finiquitado la operación; en caso contrario, se protestan si procede, y las no cobradas se devuelven a los cedentes cargándoles en cuenta el nominal de las mismas más los gastos que haya originado el impago. La aplicación de todo esto puedes obtenerla a fuerza de práctica bancaria, pero sobre todo estudiando la legislación comercial que afecta a esta clase de operaciones, en las que la tramitación interior responde al cumplimiento de las normas legislativas que las afecten y a una serie de anotaciones encaminadas a controlar las circunstancias por las que pasan las distintas remesas. ¿Comprendido?

-Someramente, sí. Pero, oye, ¡si tenemos los vasos vacíos! ¡Camarero! –Y le hizo un gesto ordenándole que les repitiese las dosis de ribeiro- Con tapas. –Añadió.

Ambos tomaron su vino con lentitud. Piñeiro pensaba seguramente en la infinidad de letras que llevaba tramitadas en su historial bancario, en las anécdotas y particularidades a que había dado lugar la cobranza de todo aquel papel comercial. Queimadelos concentraba su atención en hilvanar los conocimientos que iba adquiriendo, en relacionarlos con el engranaje central del Banco, en dilucidar el alcance de aquel tipo de operaciones. Y preguntó a su interlocutor, para rematar aquellas nociones:

-Antes me hablaste del aspecto contable de la cambial, pero me gustaría ver más clara su repercusión financiera y económica. ¿Puedes decirme algo acerca de esto?
La juventud bancaria en el siglo XX (14)
-Verás. No te voy a soltar una conferencia porque sería interminable, pero te resumiré lo fundamental: generalmente se dice que hay excesiva circulación fiduciaria, que la moneda sufre depreciaciones acompañadas de gran abundancia de efectivo, que actualmente todo el mundo tiene cinco duros en la cartera, y claro está, tomando así la cosa en sentido de excesiva abundancia se puede creer que el comerciante, el industrial, o el mismo particular, tienen dinero de sobra para sus operaciones, mas no ocurre esto por cuanto la circulación monetaria ha de estar en proporción con la riqueza explotada de los pueblos: si hay mucho dinero y poca riqueza, los artículos se encarecen y toda abundancia es poca para saciar las necesidades más comunes; si por el contrario hay mucha riqueza y poco dinero, los artículos se abaratan y el productor, para poner en el mercado nuevas mercancías, tiene que estimular la atracción de efectivo con el que satisfacer los gastos del proceso de elaboración. Pues bien, hay influencias circunstanciales que modifican estos principios, pero no son comunes.

“Total, y sigo, que con mucha o poca circulación siempre hay necesidad y demanda de dinero para facilitar la producción; ocurre también que el acierto en cualquier actividad conduce a la riqueza, y esto es un punto muerto que nada o nadie como la Banca es capaz de evolucionarlo: el individuo, o mejor aún, cierta parte de la masa social, atesora dinero resultante de un proceso de labor, sea manual o intelectual, y ese dinero se constituye en reservas, por lo cual no vuelve a invertirse rápidamente en actividades creadoras. Quienes empiezan, o aun laboran intensamente en cualquier ocupación, suplen en cierto modo la actuación de aquellos que, enriquecidos, se han detenido en su profesión; suplen la actuación de otros, pero no poseen sus medios para fecundarla.

“Este evolucionar del que te vengo hablando si no tuviese algún escape conduciría a un estado en el que el acaudalado reposaría de sus actividades, disolviendo lentamente su capital, y el productor carecería de esos medios detenidos en su circulación; pero, ¡ah!, ese obstruccionismo ahogaría la producción y la riqueza expansiva de los pueblos; es evitando eso como actúa la Banca al poner en circulación unos caudales que, sin dejar de pertenecer a su antiguo dueño, pasan a disposición del productor activo y dan vida al equilibrio económico de la sociedad.

“La Banca atrae dinero mediante un premio, realizando con ello la doble función de depósito y de crecimiento de esos capitales, al mismo tiempo que no desprecia al pequeño ahorro, aunándolo para darle potencia creadora; luego lo distribuye entre individuos y sociedades de moralidad y de probabilidad productiva capaces de sacarle fruto, y por cuya cesión temporal comparten con el Banco una pequeña porción de su lucro. Deducidos los intereses de sus cuentas acreedoras de los beneficios que obtiene la Banca por estas funciones, queda un módico remanente a favor de los accionistas, que es el aliciente que fomenta y permite nuestras instituciones de crédito. El descuento de efectos, financieramente, es el anticipo del rendimiento de un proceso de labor que se entrega a quien lo necesita o le conviene para promover un nuevo proceso; los medios salen de los depósitos bancarios, y las consecuencias, próximas y lejanas, son una mayor velocidad en la evolución de la creación de riqueza, y por consiguiente, una multiplicación de esa misma riqueza.

Queimadelos, agradecido, pagó y se fueron, bien cerciorado de que la Banca no era aquel falso compañerismo retratado por don Wenceslao en su “Malvado Carabel”.
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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