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El 'dolce far niente' de Nápoles

sábado, 27 de julio de 2019
Queridos lectores os recomiendo para vuestras vacaciones, si tenéis la suerte de disfrutarlas en buena salud, la mejor receta napolitana, "il dolce far niente", el placer de no hacer nada.

En realidad quien conozca Nápoles y la Campania, su región, sabe que se trata más de una aspiración que una realidad. Ahora que hasta los jueces meten cuchara en "Madrid Central" y se toman por sacrosantas los dictámenes de Greenpeace hay que decir que Napoli es una ciudad de tremendo tráfico a todas horas del día y de la noche, como si los partenopeos no durmieran y necesitaran estar activos las 24 horas del día. Este agobio también lo experimenté en un sitio insospechado, Teherán, con su intenso tráfico nocturno.

El 'dolce far niente' de NápolesVolvamos al dolce far niente que a buen seguro lo seguirá añorando en medio de la algarabía, una bella condesa italiana que conocí en el siglo pasado, que vivía en los quartieri spagnoli, los barrios españoles, los muy abigarrados, con ropa tendida en las ventanas y con niños sintiéndose Maradona en las empinadas callejuelas, todo un reclamo turístico y quiso la fortuna que donna Gabriela me llevara a visitar una iglesia muy cercana a su casa palacio, que pedía a gritos su restauración, en que debajo de un altar estaba enterrada en un barroco sarcófago una Santa antepasado suya.

Nuestra tarde napolitana prosiguió con una incursión en el Teatro San Carlo en que conocían a la nobil donna y desde un palco escuchamos parte de un recital de Ornella Vannoni, una gran cantante del momento. Luego en su casa rodeada de una corte de Faraón en que se sentaba también el dignísimo y elegante portero con aires de duque y otras fámulas uniformadas. Me pusieron delante un vaso de vino blanco y unos fusilli, una receta de su familia como es el uso de las familias nobles de la ciudad de San Gennaro.

La conversación recayó sobre el legado español en Nápoles con nuestro Carlos III convertido en el Rey Sol de los Borbones, su Capodimonte y el Palacio de Caserta y como los Saboya y Garibaldi habían falseado el legado español en aras del Risorgimento y la unidad de Italia. La calle Toledo convertida en Vía Roma. A mi nunca me ha gustado la nostalgia así que pasé a temas de actualidad mientras despachaba el segundo plato de pasta que me daba Gabriela y apuraba la tercera copa de buen vino siciliano.

En estas situaciones es difícil guardar la compostura por lo que antes de embarcarme en otras experiencias de incierto resultado saqué a relucir lo del 'dolce far niente', para evadirme de la sencilla pompa que me rodeaba y de los ojos chispeantes de Gabriela. Le cogí la mano y le pregunté, en estos dos días en Napoles he vivido rodeado de un caos y de un ruido ensordecedor ¿como podéis llamaros la ciudad del placer de no hacer nada?. Gabriela sin retirar su mano menuda sentenció, es lo que experimentamos los napolitanos y los visitantes al contemplar una puesta de sol con el majestuoso Vesubio y el golfo embrujado desde lo alto de Posillipo.

Años después en un 31 de diciembre en la Puerta del Sol después de las campanadas conocí a Mauricio y a un amigo. Era el hermano de Gabriela a la que había perdido la pista. Son los gajes del oficio de turista de corazones. Repuesto de la sorpresa les di un paseo hasta Palacio Real y luego terminamos en un chiringuito de Latina, una forma de evocar aquel sabor a dolce far niente que me había hecho vivir la condesita de Nápoles.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail
Antuña, Joaquín
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