Pedro I, el Divino se miraba al espejo arrobado ciertas canas que más que verse se vislumbraban le hacían a juicio de Carmen Igualdad irresistible. Su euforia aumentaba con el comentario que le había hecho Iván Redondo "Pedro no te das cuenta tu eres el culpable de los temblores de Ángela, el otro día te comia con los ojos".
El Divino volvió a mirarse y torció el gesto cuando se dio cuenta que faltaba poco para entrevistarse con el zafio de su Valido. Se le atragantaba cada vez más con sus aires de Rasputin de tasca barriobajera y sus andares de patán redomado. Cómo podía tenerlo a su diestra en el Consejo de Ministros galleandose con sus majorettes e incluso castigandolas con su talante de macarra.
Tenía que desactivar la bomba Podemos que podía enturbiar su gloria ahora que hasta su griego de cabecera había sufrido una sonora derrota y su Maduro se tambalea. Pedro I no podía mezclarse con esa chusma grosera, él que aspiraba a convertirse en un Macron con su aspecto de monarca y sus grandes frases, que enfurecían a los chalecos
amarillos.
Cuando lo tuvo cara a cara le desgranó el programa del PSOE una lista infumable de promesas y carantoñas a sus electores y no le dejaba hablar. Le cortaba. Le interrumpía constantemente. El burgués de la Navata le decía que tenía que pagar su hipoteca y le vendría bien tener el sueldo de Vice, Pedro le veía angustiarse y más cuando Pablo confesaba que su Irene se había enamorado de Varufakis el macho alfa del Pireo y que para reconquistarla necesitaba ser ministro.
Que excusa más ridícula pensaba Don Pedro I, yo las tengo embobadas a las de Bruselas pero tengo un gran palmito y visto requetebien, aunque tengo que mejorar me dijo Salvini el bajo de mis pantalones pitillo. Estos italianos son todos del orgullo. Se estremeció ante este pensamiento obsceno digno de Abascal o de la tía del metro de Barcelona que insulto a las lesbianas que se morreaban sin pudor.
Le divertía ver a su Pablo angustiado cuando le amenazaba con la repetición de las elecciones, que estúpidos creen que les tengo miedo, como el obispo a los curas decía mi abuela, que se habrán creído estos mequetrefes, yo soy el líder de la socialdemocracia Europea y no me tose nadie, bueno excepto Begoña en casa que me pone firme y termino durmiendo en el sofá si no me comporto.
Así se cachondeaba el gran Pedro I de su Valido Pablo en un caluroso día de julio y de paso tomaba el pelo a todos los españoles.
Joaquin Antuna - joaquinant@hotmail.com
