En Madrid estamos presenciado la arrogancia de los ignorantes y la desfachatez de los malos perdedores. Han bastado unas pocas fechas para que el bloque de izquierdas hostigar en la calle con una gran manifestación a favor del Madrid Central. Caos circulatorio organizado por el equipo de Carmena que no contenta con derrochar dinero público, estrechando de forma a todas luces innecesaria la Gran Vía tapio Madrid Central
al tráfico.
Valiéndose de estadísticas catastrofistas e impactos para el 2050, estos desvergonzados no permiten un plazo de arteria al nuevo Ayuntamiento y tildan al alcalde de contaminador y peligro público.
Estos verdirojos profesan la fe del carbonero y toman por sentado la veracidad de los profetas de la desgracia. Ayer, a mi vuelta de Viena, me encontré con Iñigo, un registrador de Bilbao, que viajaba con sus cuatro hijos pequeños y este coloso de la memoria, como buen opositor mi padre, el notario, era portentoso, me citó de carrerilla las deliberaciones de los Amigos del País de tiempos de la Ilustración de Carlos III y, aquellos ilustrados relataba las tremendas sequías y los socarrales del estío en Madrid. Es decir, que nada nuevo...
En el 1982, el año del infausto Naranjito, tuvimos el diez de julio 39 grados a las doce de la noche. La memoria flaquea... y esta gente vive al dictado de los demagogos verdes y sus restricciones que tanto les gustan son inquisidores urbanos. Al día siguiente en que el Presidente Pertini organizó su show particular ante un divertido Juan Carlos, la temperatura fue excesiva.
Se compara alegremente a Madrid con otras urbes y no se cita que Madrid es la capital mundial de mejor salud y longevidad por habitante. Se podría organizar un debate serio y no esta algarabía de sensaciones de frustración que salen a las calles con el anatema por bandera.
Todo esto ocurre en plena canícula de noches tropicales lo que no facilita precisamente el buen reposo y para agitar más las aguas se abren los festejos y la marcha multitudinaria del orgullo, una fiesta equiparable a las Bacanales de la antigua Roma.
Alegría, alegría y cada loco con su tema pero, por favor, toda esta noble tropa dejen en paz a nuestro pequeño alcalde que se agigantara con su buen hacer a pesar de los revoltosos, tan zarzueleros y nostálgicos ellos.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
