Circunstancias de la vida me han convertido en un amante salvaje hasta el paroxismo y he experimentado el llamado frenesí de los boleros y de los enloquecidos poetas
románticos, la carne trémula de Pedro Almodóvar y otras, que yo creía exageraciones.
Me habré vuelto loco, me estaré convirtiendo en un amante canibal. Son preguntas que todo intelectual o simplemente ser humano debe hacerse. Lo llaman química o atracción frenética. En mi existencia anterior antes de vivir esta experiencia digna de la Metamorfosis de Kafka me conducía por el incentivo y el apetito de la especie. Como el sediento que se toma y saborea un refresco.
Lo de ahora es otra cosa es fiebre al rozar la piel de la persona amada, que se comporta como las heroínas de Corín Tellado con frases como No te amo, pero te deseo y otras frases de ritual. La causante de mi desvarío esta afectada también por este virus del amor salvaje, que de seguir esto así nos conducirá a la Clínica Quirón o algún exquisito engendro remoto de Houston que trate los casos de amantes compulsivos.
Mi chica, así se llaman ahora a las novias, se defiende contra este amor machista armando unos follones de padre y muy señor mío y luego reconciliándose a toda pastilla. Su ferocidad la hace más bella, más seductora y te conviertes en un renacido Samurai frente a esta Doña Inés del siglo XXI.
Para quienes se vean contagiados por este amor canibal propongo como lecturas gratificantes' El libro del Buen amor' del Arcipreste de Hita o la oración de Calixto y Melibea de 'La Celestina'. No se si ayudará pero puede mitigar las fantasías y convertir esta pasión arrolladora en amor culto y literario.
Mi recomendación para los caballeros es enviar flores a sus amadas y respeto, mucho respeto para que el frenesí se convierta en bolero y os transporte en medio de este terrorífico calor al séptimo cielo.
Suerte ambos, no vaya a ser que la flecha de Cupido se confunda y os convierta en devotos de la hermandad del orgullo.
Gracias Isabel.
Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
