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Desolación

lunes, 24 de junio de 2019
Al comienzo del verano me he cruzado, como mucha otra gente, con la enfermedad y la muerte. Se trata de personas amigas, incluso muy amigas, que me han hecho reflexionar sobre cómo la alegría de la vida se mezcla con hechos muy dolorosos y como las frías estadísticas de defunciones son muy diferentes cuando nos tocan muy de cerca.

A todo ello se une lo imprevisible. El amigo que va a un control rutinario y le encuentran un cáncer que, indudablemente, le trastoca la vida. Seres muy queridos que desaparecen de repente por causas muy banales, una caída, una infección fulminante, una falta de aire que produce lo peor...

Un aniversario de un familiar desaparecido hace un año... Todos cercanos, muy cercanos y, en muy poco tiempo...

En Italia se dice que hay personas que llevan consigo la mala suerte. Son los gafes y la gente aísla a estas personas que traen mala suerte. Los romanos, en particular, son Desolaciónmuy supersticiosos y no sólo no abren un paraguas en una habitación, ni derraman la sal, sino que pueden culparte de mal de ojo.

Nuestro Rey, Alfonso XIII, pasó unos últimos años amargado en la ciudad eterna porque tenía fama de cenizo. Iba a una casa invitado y alguien se caía y se rompía una pierna o se producía una quebra de padre y muy señor mío. Cuando lo trajeron a España, los viandantes que pasaban cerca de su coche fúnebre hacían el signo de la buena suerte. En italiano, 'facevano le corna'.

Es un carrusel de sensaciones al ver la alegría de las ruidosas terrazas nocturnas, la desenvoltura de las chicas en flor, las familias con sus niños y sus perros, los ancianos difícilmente desembarazandose de la ropa como si tuvieran miedo al frío eterno...

La vorágine política que nos ha atormentado en primavera con dos elecciones y ver que ahora sigue el carrusel de ambiciones, negociaciones, desesperaciones para unos y gozos para otros.

No se trata de ser pesimista, que nunca lo he sido, sino de darse cuenta que, junto a los palmerales y robledales, existe lo que los cristianos llamamos "el valle de lágrimas".

Si vives aislado en tu torre de marfil, como el Buda, puede que no sufras ni padezcas pero, claramente, estarás en la inopia, en el limbo de los egoístas y de los injustos. Vivir en comunidad es compartir gozos y sombras. Lo comprenderán, sobre todo, los que de entre vosotros compartan penas y duelos...

En el Barocco, la muerte siempre estaba presente. En el siglo XXI la ignoramos casi completamente, aunque se trate de una evolución lógica de la vida.

Seamos, pues, felices si las cosas nos van bien y tenemos buena salud y... dejemos los quebrantos para cuando toquen y seamos prestos a consolar al familiar y al amigo y... fundirnos en un abrazo con quienes atraviesen dolor y sufrimiento y... que este verano, nos sea propicio.

Y, si tenéis mal de amores, tratad de pasar página y buscar en otros lidos lo que el destino os niega.

Buena suerte a todos y buen verano!

Joaquin Antuña-joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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