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Paco Ureña la épica del toreo

miércoles, 19 de junio de 2019
Ha terminado el domingo la feria de San Isidro, este largo ciclo de 34 festejos que organiza Simón Casas, el empresario francés de la plaza de Las Ventas del Santo Espíritu, que es el nombre completo del coso venteño.

Empiezan a actuar los Jurados que dictaminan los vencedores de este singular desafío taurino y elevan al Olimpo de los héroes a quienes lo han merecido y recrean lo vivido en los 34 días ventosos y sin una gota de lluvia, desplegando, reviviendo las gestas ante unos toros casi cinqueños que han revalidado en fiereza y casta enviando al hule de la enfermería nada menos que a trece diestros.

Destaca el Centro Riojano con su trofeo vestido de Rioja y Oro, que asigna un precioso terno al vencedor de la Feria. Se reúne un Jurado de los cuarenta principales, un Senado en que se cuentan con los dedos de una mano los menores de sesenta y las damas, todos bragados y empecinado taurinos, sabios hasta la náusea y hasta el éxtasis de todos los lances, plazas y toreros, un areopago de muy señor mio, al que este año se suma vuestro intrépido reportero de GD.

Por unanimidad se opina y dictamina que se ha tratado de la mejor Feria en décadas, que enfrentar a lidiadores sin grandes figuras y tratar de exaltar este amenazado mundo con valentía, gallardía y corazón desplegando agallas y majeza es la buena senda para revitalizar nuestra fiesta nacional, nuestro adn de pueblo enamorado del combate entre la fiera y el hombre, derrochando riesgo y belleza, sangre y gloria.

El Jurado, un senedrín de campanillas presidido por don Pelayo de la Mata y Pobes Paco Ureña la épica del toreoacompañado por don José María Álvarez del Manzano y Lopez del Hierro, el alcalde taurino por excelencia y por don José Antonio Rupérez el nuevo Ulises riojano, que es el anfitrión de esta cena de doctos y eruditos amantes de los toros ha debatido durante dos intensas horas sobre todo lo acontecido y llegado a un veredicto que ha ofrecido el siguiente resultado 27 votos para Paco Ureña, 7 para Ferrera, 4 para Roca Rey, 1 para el debutante Miranda y otro para Aguado, este último el pasmo de Sevilla, el que silencia a Las Ventas...

Los dos minutos que don Pelayo nos adjudica bajo la severa recomendación de Don José María de ser muy breves se dedican a debatir los méritos de dos héroes de Ferrera con su apoteosica tarde de las tres orjas frente a las tres tardes con cuatro orejas de Ureña con el añadido del tirón del ciclón peruano Andrés Roca Rey, taquillero y carismático.

Se enumeran arrobados los méritos de estos dos colosos y los diferentes tratos que otorga la plaza más torista a los diestros exigiendo lo imposible, lo inaudito ante sus fieros enemigos, el parar, templar y mandar, el Cossio puesto al día. Se impone la actuación en la totalidad de los festejos. Ferrera pasó de una tarde sublime a dos actuaciones anodinas y esto no se perdona, mientras Ureña lo dió todo con enorme arrojo, revolcado por los morlacos, en tres actuaciones de enorme arrojo, valentía sin límite llegando a despachar a su último toro con unas costillas rotas, la épica con mayúscula de un diestro que lleva tres años siendo huésped preferente de la enfermería de las plazas llegando incluso a perder un ojo hace ocho meses en Badajoz, sin victimismos ni alharacas como nos relata un vástago de los Bienvenidas. Un coloso que te pone la carne de gallina exponiendo y derrochando arte con desplantes, pisando un terreno inverosímil y llevando la plaza al paroxismo, que de eso se trata amigos rozar lo sublime por un hombre convertido a veces en guiñapo por toros inmisiricordes.

Como vuestro cronista transcurrió desde 1982 en el tendido siete rezuma integrismo, como lo define el gran inquisidor Andrés de Miguel erigido ahora en pope de los de Juan y de José, exijo que no nos engañen con exquisiteces dignas de Sevilla la gran rival de Madrid, ante toros bobalicones y amaestrados, exigimos toros toros, fierras corrupias con romana y trapio ante los que los toreros tengan que desplegar sus artes o recoger velas ridiculizados por los cornupetas toda una forma de sentir la fiesta como las lides de los circos romanos.

Con estos antecedentes es fácil comprender que mi voto fue para Paco Ureña y los 27 que nos decantamos por el revivieramos su gesta y que frente al verdismo buenista que nos castra y convierte en eunucos alabaramos el valor, la entregarla verdad del arte sin trampas y elevarnos a este diestro hasta el Parnaso.

Ni que decir tiene que el Centro Riojano nos ofreció una de sus mejores caldos, esos vinos que han consagrado la fama universal de esta región a caballo entre Aragón, Navarra y el País Vasco.

En octubre se le hará entrega de su traje de torero a don Francisco Ureña proclamado el 17 de junio vencedor absoluto de las justas venteñas, sea el laurel, su corona a veces de espinas, que lo encumbra entre sus valientes compañeros de fatigas.

Así es la fiesta de nuestra entrañable piel de toro.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
Antuña, Joaquín
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