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Hablemos de amor

jueves, 13 de junio de 2019
Queridos lectores la primavera la sangre altera y los amores florecen como las jaras y las margaritas. Muchas de esos zombis que pululan por las calles con sus móviles están enfrascados en asuntos relacionados con las dichosas flechas de Cupido. Hay que aprender a sortearlos como hacemos con las bicicletas y los malvados patinetes.

Me encuentro en el autobús 21 saliendo de Las Ventas a Pedro Rocamora el inquietante psiquiatra presidente de la academia de doctores, un sabio que conoce como nadie y con toques a veces terroríficos el funcionamiento del cerebro humano. Es una enciclopedia viviente con su mente fría, analítica y perversa.

Hablemos de amorEs la persona perfecta para deshuesar, escrutar el amor, me remite a un estudio de Sigmund Freud sobre el enamoramiento y comentándole mi próximo viaje a Viena se explaya en explicaciones sobre el psicoanálisis y se detiene en las cuatro condiciones del amor según Freud.

Quien siga atento a mis escritos habrá notado que de un tiempo a esta parte los temas de amor me preocupan y me ocupan desde la irrupción en mi vida del soplo del ángel, algo inesperado como si te cayera al improviso un rayo que te abatiera. Cada loco con su tema y me he puesto a investigar sobre el amor.

De repente advierto síntomas preocupantes me enternecen hasta las lágrimas los boleros, como el del "reloj no marques las horas" y el de "ansiedad de tenerte en mis brazos" e incluso en medio de una conferencia internacional se me humedecer los ojos pensando en esa persona que ha irrumpido en mi vida con la fuerza de un ciclón.

Me pregunto si padeceré el síndrome de Corín Tellado. La gijonesa que hacía suspirar a todas las mozuelas del orbe hispano o me estará pasando como al funcionario de Kafka en la Metamorfosis que me estaré transformando en una tortuga boba de las que vuelven a desovar siempre en la misma playa en que rompieron el cascarón o como en Alien se está apoderando de mi un monstruo incontrolado, pero en mi oficina no tenemos ninguna nave espacial.

Por eso este encuentro con el simpaticamente perverso Rocamora me brinda la oportunidad de sumergirme con mis cuitas amorosas en algunas ideas del gran buceador del alma humana que fue el padre del psicoanálisis Sigmund Freud, como las que se refieren a sus cuatro condiciones del amor:

1. Posesión por otra persona.
2. Moral flexible.
3. Sobrevaloración de la mujer.
4. Complejo del héroe.

Basta este enunciado para comprender que para las feministas Freud resulta un misógino y de un paternalismo de tomo y lomo. Por lo que creo que lo mejor que puedo hacer es ver a Isabel, así se llama la protagonista de mis quebrantos e irme con ella de tapas. Me viene a buscar a las nueve y media a la estatua de Antonio Bienvenida después de la corrida de Beneficencia a la que asiste por obligación de su alto cargo el Rey Felipe, que ha heredado de su augusta madre la seriedad y el ecologismo y en mi caso poner la mente en blanco y dejarme contagiar por la primavera madrileña y sentirme como un niño al que su madre le lleva al cole, pues las mujeres hasta la más ignorante son maestras de vida.

Joaquin Antuña - joaquinant@hotmail.com
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