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Madrid nunca duerme

martes, 11 de junio de 2019
Mis queridos lectores en un mundo en ebullición con la guerras comerciales y Madrid nunca duermetecnológicas entre Estados Unidos y China con poderosos secundarios como Irán y Turquía y una Rusia con ambiciones de primera potencia y en España el sudoku de la constitución de Comunidades y Ayuntamientos con un Sanchez convertido en Pedro I el Divino atrincherado detrás de la celosía esperando propuestas y urdiendo tramas con todos sus secuaces.

En estas circunstancias me encuentro en una aventura de neorreolismo italiano a la Vittorio de Sica y Marcelo Mastroiani. Una situación surrealista, mientras espero el hacha‎zo de Hacienda y aquejado por achaques propios de mi edad, aunque no de mi espíritu muy joven e inquieto.

Cuando se cruza por una vida de novela une femme fatale habría que huir y recoger velas con el rabo entre las piernas, pero el destino pintaba por otros derroteros que trataré de explicar para lección de navegantes.

Otro inciso el Rocío con sus sin pecado y su blanca Paloma, que es el Espíritu Santo y no la mítica Virgen del Rocío, que revivi en la ciudad de Maschaad en el lejano Irán al visitar a medianoche la tumba, el Mausoleo del octavo imán, con escenas de piedad y devoción alucinantes, algo parecido se vive en la aldea de Almonte cuando se salta la verja.

Esto viene a cuento porque me encuentro por arte de birli birloque en una sala rociera, donde un público de corte Vox y de bríos taurinos. Que hago yo allí me direis, yo que no soy un ave nocturna con toda esta gente bailando por bulerias y sevillanas. Ellas con cuerpo de guitarras vibrantes y ellos entre banderilleros y picadores. Todos a bailar y no Madrid nunca duermese agotan y baten palmas como poseídos, pero todos muy serios.

Sacado de mi hábitat que son los libros y mis escritos tengo que aprender a moverme como pez en el agua. Me encuentro acompañado por una poderosa y sinuosa Carmen la cigarrera interpretando el papel de Don José y tengo que defender a esta descocada dama de si misma y de todos estos hombres bailando a todo bailar. En una música repetitiva, que cerca estamos de Marruecos con estos interminables sones y letras de perros bastonados, amantes destrozados y mujeres fatales. Un verdero ruedo ibérico.

No bebo. Me limito a custodiar a esta Carmen abducida en esta España de Vox. ‎Que sucesión de bailes que para mí son todos iguales. Las manecillas del reloj siguen avanzando inmisericordes. No sé si estoy haciendo el canelo o un veterano Quijote. No importa. Al final consigo embarcarla en un taxi ya cerca de las cinco. Le ore piccole, las horas pequeñas que dicen los italianos.

Una última escaramuza para dejarla en su casa con la ayuda de un taxista bregado en la noche, pues mi Carmen se tambalea y su cabeza bambolea y vuestro atribulado reporter de GD intenta hacer de caballero renegando de interpretar el papel de Marqués de Bradomin en sus Sonetos y en un taxi conducido por un taxista boliviano, a quien le pido que salude a Evo Morales me lleva a mi casa‎ y dejo me imagino doblada en su cama y hecha un siete a esta frustrada Nina Chole, Carmen la cigarrera del siglo XXI.

Amanece en Madrid en un sábado, ya domingo en que el mundo de la noche esta en plena ebullición alejándose de todas las miserias de nuestra existencia y moviéndose frenéticamente para perderse y amontonarse en un frenesí sin sentido, pero lleno de vida, sudor y trabajo.‎ Madrid nunca duerme.

Joaquín ‎Antuña - joaquinant@hotmail.com
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