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jueves, 06 de junio de 2019
Entre las lecciones que podemos extraer de las elecciones, hay una muy clara para la Xunta y, consecuentemente, para Feijóo: en una democracia la soberanía pertenece a los ciudadanos y son éstos los que deciden quienes los han de gobernar. De nada le ha valido a tan taimado personaje usar todas las herramientas de acoso y derribo de la Xunta- léase Portos, Augas de Galicia,de infraestructuras o similares- para desbancar a los alcaldes de la izquierda a los que reiteradamente les ha negado el pan y la sal.

De nada vale decir que el partido está centrado, y traer para engatusar al personal algún primer espada tipo Ana Pastor, si el resto del año sólo recuerda que aquí ellos comen marisco. Y ¡ojo! , no estamos aquí para alabar al gobierno central del P.S.O.E, porque ni tenemos señor ni lo queremos, pero lo cierto es que también se ha olvidado, si es que alguna vez lo supieron, que llevamos muchas décadas esperando por una autovía desde Ribadeo a Ferrol, que ya definí alguna vez como la “Autovía de los sueños”. No, tampoco se esmeran en absoluto con sus inversiones ni son mucho más generosos con esta Tierra, olvidada secularmente por los partidos y los políticos.

Y en esta tesitura se aproximan las autonómicas. Si Feijóo, y los que creen en él, quiere seguir gobernando, debiera, a mi entender, tender puentes de consenso con los ayuntamientos divergentes y realizar actuaciones encaminadas a satisfacer las demandas de los ciudadanos. Porque centrarse realmente es eso y llegar a acuerdos, no con los propios, sino con los que difieren de nuestros planteamientos.

Y bonita debiera ser una Galicia atrayente de buenas carreteras e inversiones, que no siempre debieran ser exclusivas del eje La Coruña – Vigo, sino también de la otra Galicia, la marginada como a Mariña o las tierras del interior, para llevar a cabo un desarrollo armónico que no existe. No es justo establecer categorías, pero es una realidad tangible y que a nadie se le escapa. Ya está bien de fomentar el turismo de miseria y conmiseración y es hora de romper estereotipos para crear puestos de trabajo dignos. Y eso se logra con desarrollo económico, que nada tiene que ver con ser el basurero industrial, como lo lleva siendo la Alúmina, esa chantajista empresa de la que dependen tantas economías.

Nos comeremos los lodos tóxicos en una prueba más de la ineficacia de nuestros gobernantes habituados como están a bajarse los pantalones a las primeras de cambio. Y no es cuestión de siglas, sino de razonamiento y valor.

Y volviendo a los gobernantes, es decir a nuestros diputados, ¿Por qué no empezamos a exigir inversiones como llevan haciendo desde siempre los catalanes, vascos y demás? Por qué nuestros políticos siempre dicen si guana a sus partidos y acatan las decisiones que no conllevan ningún beneficio para nuestra Tierra?¿Nos sobra generosidad porque somos los pobres? También es posible que seamos un poco tontos o… demasiado.

Vean ustedes como se lo gastan otros: crean embajadas, deben a las farmacias, pagan el referéndum… ya vendrá después la generosidad del gobierno central de turno a quitarnos las castañas del fuego… y va y se quitan las castañas y se las comen y los calços y lo que haga falta, que los demás somos idiotas y aquí nos quedamos cumpliendo el ritual del auténtico gilipollas. Esa es la política española… y la que consentimos.

Mientras ese ínclito Feijóo, a quien Dios guarde en el baúl de los malos recuerdos, vela las armas para desbancar a Casado. ¡Mal racaniño…!
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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