Las elecciones del día 26 al parecer, salvo sorpresa mayúscula,no van a ser una segunda vuelta de las generales del 28 de abril. La campaña electoral ha sido de muy bajo perfil. Los amigos de Vox no han sido ésta vez el argumento estrella de Iván Redondo y su jefe el Divino Pedro.
Existe una creencia generalizada que el efecto de la victoria del PSOE en abril contagiará a los electores y favorecerá a los socialistas y una gran ola inundará las urnas de los colegios electorales patrios convirtiendo a la piel de toro en un vergel del puño y la rosa.
Esta cresta de la ola arrancará al PP sus perlas más entrañables como la Comunidad de Madrid e incluso el feudo de Castilla y León. Se trataría de un cambio de humor de los españoles. Plurilandia que osciliaría del azul al rojo.
Argumentos para buscar una revancha de los perdedores de abril no han faltado. Cataluña y los presidentes de ambas cámaras. El pacto con Podemos. La subida de los impuestos. La cuestión territorial deslizándose hacia una España federal.
Sin embargo el único enfrentamiento que ha revuelto las aguas ha sido la confrontación entre el PP y Ciudadanos por el liderazgo de la derecha es la única noticia reseñable, mientras en La Moncloa se frotaban las manos de gusto y atizaban el fuego.
Los debates anodinos y con poco seguimiento. La Sexta apaciguada. Todo plácido a beneficio del Divino y sus secuaces.
Mi pequeño consejo es que todo el mundo vaya a votar conscientes de que está en juego crear un contrapeso, un equlibrio de poder. Probablemente como a los ratones nos la volverán a dar con queso, subida de impuestos y mucho orgullo.
Joaquin Antuna - joaquinant@hotmail.com
