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Los festivales de cortos

miércoles, 02 de enero de 2008
Los festivales de cortos: Caminando por el valle de las sombras.

Como todo en esta vida, en esto de los festivales también hay clases. No es lo mismo asistir a un festival "disfrazado" de director que de guionista, no es lo mismo ir a la sección de cine que a la de video y sobre todo no es igual ir de ganador que de triste comparsa. Y esto último (¡coño si lo sé!) es lo que más duele. Cuando un cortometrajista lanza su obra al circuito de los festivales, está arrojando su tierno vástago al mar de las mafias, las envidias y las relaciones públicas.

Existen tres tipos diferentes de festivales de cortos: Los importantes, los muy importantes y los súper-importantes. El festival es la última pieza de la cadena, la jungla del celuloide en la que cada corto se bate con los demás en una lucha a muerte cargada de competividad y de insanísima envidia entre directores (sí, si ya sé que hay de todo y etc...).

Lo mejor que se puede hacer en un festival consiste en sentarse en el "hall" del hotel (también hay de todo) y ver pasar los diferentes tipos psicóticos de cortometrajistas. Suele proliferar el tipo cordero lechal que va de pobrecito ("Mi corto está hecho con el corazón" y otras chorradas por el estilo dice el tío) y que, tras quitarse la careta, se dedica a poner a todo el mundo a parir; el tipo ganador que exhibe en el comedor del hotel (también hay de todo) una cabreante sonrisa de suficiencia (sabe mucho, mucho, mucho de cine y de todo lo demás, que para eso ha estudiado en Cuba, en Praga y en sitios de esos); y el tipo relaciones públicas que se cree que está en Hollywood y anda de un lado para otro apuntando teléfonos y dando el coñazo sin parar exhibiendo una "solaridad cinematográfica", que desgraciadamente acaba resultando bastante escasa. Por todo ello, lo mejor es que reproduzca aquí un cuaderno de bitácora "virtual" de un asistente tipo cualquiera a estos demoníacos certámenes.


Primer día:

7,30: Salida de Lugo (de la estación de autobuses ¡claro!). En el asiento de atrás, dos petardas muy liberadas y muy yupies ponen a parir a sus novios a voz en grito durante todo el viaje haciéndome dudar de la liberación de la mujer para cierto tipo de "individuas".

0,30: Llegada a "El Dorado". No me conocen, el director ha pasado de mí y su móvil está desconectado.

1,30: Me encuentro con el montador del corto en una discoteca, me dice que podemos ganar porque "a todo el mundo mundial" le ha gustado el corto (conocida falacia del mundo del cortometraje). Del director ni rastro.


Segundo día:

14,30: En el comedor comparto mesa con "los mismos" de todos los festivales. Primer plato: macarrones al chicle. Segundo: albóndigas. Esto es vida. Me trae los viejos recuerdos de comedor del colegio.

15,00: Entra el director del corto con el pelo recién duchado acompañado de una tía de piernas kilométricas y pechos perfectos, me pregunto cuando me tocará a mí. El director se me acerca y dice: "el corto le ha gustado a todo el mundo" y luego se sienta con la tía y se queda tan pancho.

18,00: Los cafés de sobremesa. Todos los presentes intentan ser más pedantes que su compañero de mesa. Todos son muy buenos, todos tienen soluciones para el cine español, conocen a todo el mundo, todos son muy listos y muy modernos y muy auténticos. Saben mucho de cine. Perdón "sabemos mucho de cine". Le pido otra copa al camarero. "Las copas no las paga la dirección del festival", me dice el maitre con mirada de superioridad (¡Hostias! y yo ya llevo siete).

10,30: Casi todo el mundo conoce ya a los ganadores. Me siento con la gente del equipo. Sale la típica pareja de presentadores plastas que intentan siempre aburrir al personal en la ceremonia de entrega de premios. Lo "intentan" y "lo consiguen".

11,30: Leen los premios y no nos toca nada. El director se queda con cara de tonto. De la sorpresa pasa a la indignación y luego a la ira: "¡Estos cabrones no nos han dado nada!. No lo entiendo. Somos los mejores. Por lo menos nos merecíamos el tercer premio, esto es lo de siempre, etc...".

1,30-7,00: Copas para celebrar, no se qué.


Tercer día:

7,30: Vuelta a Lugo. Se sienta un viejo al lado. "¿A que ha venido a Madrid?", me pregunta. "Al Festival de Cine", respondo. "¡Ah, el cine!", exclama el viejo rascándose la entrepierna.

Pues eso. ¡Ah! el cine.


(Dedicado a toda la gente que organiza Festivales de Cine y que consigue que las ilusiones de unos pocos se conviertan en verdaderas películas por unos breves y mágicos instantes).
Curiel, Manuel
Curiel, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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