La pasada semana tuve el honor de asistir a dos conferencias, una por parte del Parlamento Europeo y otra por parte de la Escuela Diplomática, todas referidas en torno al ocho de marzo, el Día de la Mujer. Tanto en una como en otra, se trataba del
¿DóndeEstánEllas?, y nos asombraban con los datos ofrecidos.
Os muestro un pequeño resumen de lo que nos comentaron, para comenzar, en el Banco de España nunca se ha nombrado a una gobernadora, de las 82 cámaras de comercio, 80 están presididas por hombres y tan sólo 2 por mujeres. Pero a su vez, son las mujeres con un 38% las que obtienen el título universitario frente al 34% de los hombres. En España hay 10.800 catedráticos, de los cuales tan solo el 21,3% son mujeres. Tan solo hay 16 rectoras mujeres, 8 en las universidades públicas sobre el total de 50 y 8 sobre el total de 29 universidades privadas. Pero aunque con los años, las mujeres han ido accediendo al mundo laboral y a todos los sectores, se observa que en cuanto se asciende la categoría, el puesto y el sueldo, las mujeres desaparecen.
¿Por tanto, donde está el mérito, el talento y la capacidad? A lo que hay que añadir que del poder económico depende nuestra independencia y autonomía. El problema sin duda es que ni estamos, ni se nos espera, ya no es un techo de cristal, sino de cemento, producto de una cultura patriarcal que deriva en una desigualdad de género, donde las mujeres no podemos ascender a estos puestos y ni siquiera los podemos ver.
Hay una frase que comentó María Luisa de Contes, fundadora y presidenta de la Asociación de Amistad Hispano-Francesa Mujeres Avenir, que me marcó significativamente: Pero pensemos en la igualdad, construyamos en la inteligencia y cambiemos las reglas.
Por todo esto y por otros muchos más motivos, acudí a la manifestación del 8 de marzo. Para acabar con la brecha salarial, para romper con el techo de cristal, para no tener miedo al volver a casa, por gritar que nos están matando y que el sistema judicial no hace nada al respecto ni se nos protege, por dar voz a las que ya no la tienen.
La manifestación comenzó en Atocha a las 19:00h de la tarde, y ya estaba repleta de gente. Según fuentes oficiales acudieron a la manifestación de Madrid entre unas 300.000 y 350.000 personas, lo que considero todo un éxito, comparado con los años
anteriores. Pero no solo fue en Madrid, esta vez España se teñía de violeta, por la lucha por la igualdad. En Barcelona acudían 200.000 personas, en Sevilla 50.000, en Valencia 120.000, en Vigo 105.000 personas, y en Castellón, mi tierra natal, 10.000 personas, duplicando las cifras del año anterior.
Lo que pedíamos en forma de cánticos y gritos es Con ropa, sin ropa, mi cuerpo no se toca, Sola, borracha, quiero llegar a casa, No quiero tu piropo, quiero tu respeto, No es no, lo demás es violación. No creo que sea necesario explicarlo. Mi cuerpo, mi forma de vestir, no os da derecho a que tenga que soportar comentarios por la calle, a que os toméis libertades con él, a que no llegue viva a casa.
A estos, se le añadieron otros que me ponen los pelos de punta pero que grité a viva voz: No estamos todas, faltan las asesinadas, Hoy gritaremos por las que ya no tienen voz, La culpabilizan a ella, y la culpa es del sistema. A esto solo tengo que añadir, que en el 2018 se cerró con 98 mujeres asesinadas, con 1.702 denuncias por violación, y en lo que llevamos de 2019 ya van 12 mujeres asesinadas. ¿Cuándo os daréis cuenta, de que es lo que exigimos? Igualdad, Respeto y Justicia.
Me alegró ver a tantos hombres en la manifestación, con los carteles, gritando con nosotras, y siendo nuestros aliados en esta lucha contra un sistema machista y patriarcal.
A todo ello, tengo que añadir y finalizar, que ni el 8 de marzo ni ningún otro día, nos van a callar. "Girls just wanna have fundamental rights".
Cintia Sanz Hoya - cisanz@hotmail.com
