Siguiendo el proces y observando a los acusados y escuchando sus declaraciones da la impresión que se trata de una pandilla de chicos de la burguesía catalana de Barcelona.
Una colección de chicos bien es decir señoritos de postín acostumbrados a hacer lo que les da la real gana protegidos por sus familias y con un sentido de impunidad para sus chiquilladas.
Como en otros campos en que imperan las malas practicas que merecen la comprensión y no acaban en los Destrozar mobiliario urbano, apedrear coches, actuar violentamente en piquetes están tolerados, así como el intolerable acoso y los escraches son todos actos que se pueden hacer y no ocurre nada, no hay antipáticas consecuencias.
Hay barra libre para el insulto soez, la blasfemia, quemar las fotos del rey o pitar el himno nacional, profanar templos desnudándose o burlándose de sus imágenes gozan
de total impunidad.
Es hasta cierto punto comprensible que unos burguesitos barceloneses pensarán que estaban haciendo una travesura, ahora ellos y sus seguidores se rasgan las vestiduras, son cobardones, no han hecho nada malo solo se divertían, no tenían sensación de ir más allá de una gamberrada más sus poderosas familias garantizaban su impunidad.
La práctica de apropiarse del tres por ciento era algo tolerado y bien visto. Un banquete a costa de los ciudadanos de a pie justificado por sus ideales nacionalistas, como lo ha sido para ellos saltarse a la torera, el estatuto de autonomía y la Constitución. Se consideraban por encima de la ley jaleados por sus descerebrados amiguetes.
El despertar ha sido muy duro y no les ha valido para nada ni papa, ni mama, ni la tieta ni San Pedro, son delincuentes y además han atentado contra el Estado de forma muy grave, pero para estos chicos se trataba solo de travesuras, de chiquilladas.
Joaquin Antuña - joquinant@hotmail.com
